Estados Unidos lanzó un ataque con 59 misiles Tomahawk desde el Mediterráneo contra la base militar siria de Shayrat, en la provincia de Homs, desde donde se sospecha que partieron los ataques con armas químicas del 4 de abril en la zona de Idlib, que causaron la muerte de 86 personas, entre ellas 30 niños.

Según publica la agencia oficial de noticias de Siria, Sana, 15 personas murieron en el ataque, seis soldados de la base y nueve civiles; los misiles habrían golpeado viviendas cercanas a la base.

Después del ataque, la reacción rusa fue contundente, el presidente Vladimir Putin acusó a Washington de cometer "una agresión contra un Estado soberano" que comprometerá las relaciones entre ambos países.

Poco después Rusia anunció que reforzará las defensas aéreas de Damasco y suspendió el acuerdo con Estados Unidos que garantiza la seguridad de los vuelos durante las operaciones en Siria y pidió una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU.

APOYO AL ATAQUE DE EEUU

El gobierno norteamericano avisó a sus aliados, la OTAN y la Unión Europea sobre el ataque. En un comunicado conjunto, los gobernantes de Francia y Alemania, François Hollande y Angela Merkel, subrayaron que "toda la responsabilidad cae en "(Bashar al) Assad" y auspiciaron "sanciones apropiadas de la ONU" por el uso de armas químicas.

El premier italiano Paolo Gentiloni reiteró el compromiso común "para que Europa contribuya a la reanudación de las negociaciones" con la ONU y Rusia.

Israel, Arabia Saudita y Turquía también apoyaron la decisión y Erdogan pidió que el trabajo sea "completado" e invocó la remoción de Assad "lo antes posible".