Opinión
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Sergio Salazar Aliaga
16/06/2017 - 17:08

La mujer democrática, la constitución y el aborto

A lo largo del tiempo hemos entendido a la democracia solamente bajo dos conceptos: el Demos como el pueblo y al Cratos como al poder, véase la antigua Grecia, el imperio romano, la edad media, la monarquía y prácticamente esa herencia hasta nuestros días como son los Estados modernos.

Ya el filósofo, sociólogo francés Edgar Morin señalaba “la constitución de los estados Naciones modernos se ha visto acompañada por una nueva y formidable concreción mitológicoreligiosa”

A lo largo del tiempo hemos entendido a la democracia solamente bajo dos conceptos: el Demos como el pueblo y al Cratos como al poder, véase la antigua Grecia, el imperio romano, la edad media, la monarquía y prácticamente esa herencia hasta nuestros días como son los Estados modernos.

Ya el filósofo, sociólogo francés Edgar Morin señalaba “la constitución de los estados Naciones modernos se ha visto acompañada por una nueva y formidable concreción mitológicoreligiosa”

Y es que a lo largo de la historia nos enfrascamos en lo representativo y en lo participativo, sin entender el deber ser o del ser de la democracia. En esa narrativa la democracia occidental nunca incluyó a la mujer, estaba invisibilizada, no tenía participación política, era una parte subjetiva del Estado. Había una democracia no democrática en el sentido que no puede haber una prohibición a disentir, la mujer era un disenso.

Tampoco es ninguna novedad que en todo el continente y por supuesto en Bolivia nuestras Constituciones estaban basadas en el modelo normativo europeo, eran copias de un pensamiento de la modernidad, el derecho y las normas se copiaban o se traducían sin entender o tener una relación con la realidad.

A partir de eso hubo muchos momentos de movilizaciones, de exigencias reales de las mujeres para ir conquistando derechos, buscando terreno político, luchando contra el patriarcado o simplemente contra actos machistas, como por ejemplo Olympe Gouges que se opuso a la declaración de Derechos del hombre y del ciudadano de 1789 y claro porque la mujer no participaba ahí, o Mary Wollstonecraft que publicara tres años después el primer manifiesto feminista. Ya para 1848 Seneca Falls reunió 260 mujeres para la aprobación de la Declaración de la igualdad de derechos de la mujer y la exigencia del derecho al voto, eso abre a la explosión de movimientos feministas. Y una de mis favoritas, la Simone de Beauvoir que en 1971 publicó su ‘Manifiesto por el aborto legal’,

En Bolivia 46 años después entramos a ese debate, el que planteaba Beauvoir: “El destino de estos millones de mujeres es silenciado. En consecuencia yo declaro formar parte de ellas. Declaro haber abortado”, la misma que rechazó el papel que tiene la mujer en la sociedad. Aseguró que en Occidente se condicionó al género femenino para ser esposas y madres, rechazando a todas las personas que no quisieran seguir esta vía, también fue la que afirmó que el matrimonio y los hijos eran acciones comparables al esclavismo, esta postura hacía del aborto una necesidad para que cualquier mujer pudiera liberarse

Simone de Beauvoir planteaba y abría el feminismo moderno, y no solo un feminismo sino una concepción de mundo, de vida: “El aborto libre y gratuito no es nuestra única plataforma de lucha. Esta demanda es simplemente una exigencia elemental. Si no se la toma en cuenta, el combate político no puede ni siquiera comenzar. Recuperar, reintegrar nuestro propio cuerpo constituye para nosotras, las mujeres, una necesidad vital. De frente a la historia, nuestra situación es bastante singular: en una sociedad moderna como la nuestra, somos seres humanos a quienes se les prohíbe disponer de sus cuerpos. Una situación que en el pasado sólo los esclavos han conocido”.

También hay que recordar que en Bolivia recién se reconocerán derechos después de la revolución de 1952, como ser el voto universal, la ciudadanía, y en el año 2009 se amplía con el tema de la equidad de género, ampliación de la participación política, prohibición a la violencia contra la mujer, garantía de los derechos sexuales y reproductivos, entre otros. Lo interesante de esta amplitud se la encuentra en el artículo 9 de la CPE en busca de una sociedad tradicional con ambiciones de modernidad que establece: “Construir una sociedad justa y armoniosa, cimentada en la descolonización, sin discriminación ni explotación, con plena justicia social, para consolidar las identidades plurinacionales.

El filósofo boliviano Farít rojas explicaba que la otra cara de la modernidad es el capitalismo, la coloniedad y el patriarcalismo, por eso la despatriarcalización y la democracia es la agenda pendiente en el desarrollo de los derechos políticos de las mujeres, no solo es asegurar la participación de la mujer en democracia, sino es la de transformarla.

Pero existe el fantasma del neoliberalismo y hasta este tiempo no se pudo superar políticamente, y es la falta de la lucha por el poder, la teorización de la toma del poder, se abandona esa lucha y se dividen para centrarse en sus propios problemas sin interesarse de una manera universal: Los obreros y los trotskistas simplemente luchan por problemas salariales, las mujeres simplemente por la dominación patriarcal, los ecologistas por el ecosistema, los GLBT por su propio gremio, y así sucesivamente, sin poder generar un movimiento, coaccionados, unidos, con un horizonte, tratando de destruir el muro de dominación que es el capital y su sistema de modernidad.

Es decir que si bien en estos tiempos se generaron varias marchas de luchas feministas en Bolivia, ninguna tuvo la capacidad de cuestionar el modelo neoliberal del capitalismo imperial, el postmodernismo estandarizo el mercado capitalista y sus estrechas relaciones con estos grupos de activismo político. En otras palabras se marcha por el “feminicidio” pero no se marcha por la violencia simbólica de la mujer en el acoso permanente en la televisión, la tv reproduce un sistema capitalista y patriarcal pero también reproduce una concepción de mundo como el viejo cuento machista de Cenicienta.

Salen consignas de movimientos fuertes como “NiUnaMenos” pero son temporales entre lo que es la teoría social y sistema financiero, entre las metafísicas “post” y el neoliberalismo.

En el tema del aborto específicamente pasa lo mismo, la lógica del fragmento desgarrado, y no de una unificación, de una ecuación social entre Estado y sociedad y hoy el gobierno freno lo que podría haber sido una demanda mucho más elevada a la legalización del aborto, hablando ya en términos de despenalización. Es decir que las mujeres siguen siendo marginadas y humilladas, hasta que no puedan decir por sí mismas. En el sentido de que la batalla la están pulseteando las y los creyentes de la “Plataforma por la vida y la Familia” pues la familia o esta mirada es yuxtapuesto con la necesidad de la reproducción social capitalista que no tiene nada que ver con el “afecto”, sino con la explotación.

Esa es una mirada un poco catastrófica del que escribe.

*Proletario boliviano

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