Hablemos de energía
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Boris Santos Gómez Uzqueda
27/06/2014 - 12:36

La nueva revolución energética del shale-gas

El shale gas o gas de esquisto, cuyos reservorios merecen una explotación no convencional van a mover la economía del mundo para los próximos 100 años. El gas es un energético que aún no termina de mostrarnos todas sus bondades!

El shale gas o gas de esquisto, cuyos reservorios merecen una explotación no convencional van a mover la economía del mundo para los próximos 100 años. El gas es un energético que aún no termina de mostrarnos todas sus bondades!

¿Qué es el shale gas?: es un gas natural “no convencional” depositado en yacimientos geológicos no comunes, a mucha más profundidad de los actuales yacimientos, entre rocas y arena denominadas “esquisto”, los petróleos más pesados y su exploración y posterior explotación requieren de nueva tecnología y fuertes capitales. Forman parte de un grupo de nuevos yacimientos para explotación: el shale gas (Esquisto) –cuyas características hemos mencionado-, el “Tight Gas” (Gas “apretado” atrapado geológicamente en areniscas de porosidad penetrable y en algunos tipos de reservorios carbonatados) y el “Coalbed Gas” (Gas producido del carbón).

Las redes de discusión técnica especializada comentan sobre el análisis costo-beneficio y sobre pro y contra de la floreciente industria de explotación del shale-gas. En estos foros se llega a la conclusión de que los beneficios del desarrollo continuo del gas de esquisto son enormes y que superan considerablemente incluso aquellos costos de contaminación y limpieza de subsuelos. Esta última apreciación surge a propósito de las críticas que hacen algunos ambientalistas que desestiman la producción de shale-gas por cuanto, según alegan, se utiliza una cantidad de agua demasiado grande en la fractura del subsuelo explorado.

Para ejemplificar Estados Unidos, gran productor y consumidor de gas, no solo que pudo haberse abastecido de sus fuentes propias, sino también traer LNG (gas natural licuificado) de Qatar, Australia e, incluso, Rusia; optó por empujar la industria del shale-gas, cabalmente motivado por la baja oferta y precios altos del gas convencional. La producción a escala, reducción de costos y visión de largo plazo influyen positivamente en la industria del gas natural de Estados Unidos, que está en permanente búsqueda de eficiencia y superación.

No deja de ser importante tener en cuenta que Bolivia –pese a pugnas políticas– está en los prolegómenos de establecer una nueva política energética que incluya, entre otros temas, la visión de establecer la industria del shale-gas para generar beneficios económicos de largo plazo y combatir la pobreza.

Los beneficios son más que los costos. Si Bolivia oportunamente se “sube al carro” de países con mayor experiencia en negocios de industria de valor agregado de gas y exploración-producción de shale-gas tendremos buenas perspectivas de crecimiento económico a futuro.

Bolivia dará el salto junto con la industrialización del gas natural convencional en productos derivados de valor agregado, y ahora aparece una nueva fórmula de negocios para el país: exportar shale-gas, en su momento y cuando corresponda de aquí unos años y cuando ya haya arrancado –de manera paralela- los procesos exploratorios de reservorios tanto convencionales cuanto los de shale-gas.

Sólo para graficar: los precios fluctuantes de entre 12-18 USD por millón de BTU (unidad termal británica de poder calórico del gas) proyectados para la década 2015-2025 nos abren éste nuevo escenario. Europa y Asia van a requerir nuevos envíos de gas (entre otros del no-convencional).

Bolivia tiene reservas de gas de éstas características, obviamente en reservorios cuya extracción es técnicamente diferente a los procesos de ingeniería tradicional y por tanto más costosos –de momento- aunque en un futuro cercano cuando hayan mejores herramientas en el país el shale gas será tan rentable de explotar/explotar como el convencional.

Como su explotación es de momento costosa en el país no se tienen proyectos concretos de exploración ni cuantificación de Reservas, por la relación coste-tecnología. Reiteramos que ésta relación será favorable en los próximos años, de haber hasta ese momento un nuevo escenario planteado desde el Estado con una nueva Ley que facilite asociaciones con capitales multinacionales para éste nuevo tipo de iniciativas. 

 

 

La nueva revolución energética del shale-gas II

Boris Santos Gómez Úzqueda

La ventaja que Bolivia es parte de un territorio aún no completamente explorado nos deja entrever positiva y favorablemente que podríamos contar con reservas de shale-gas, al margen de las reservas convencionales.

De perfeccionarse ecuaciones que combinen tecnología y reducción de costos, con la obvia estabilidad política y jurídica, surgirá una nueva fórmula de negocios para el país: exploración y explotación de shale-gas.

Tengamos presente que la frenética búsqueda de energía a menor coste de producción, comprometida con el medio ambiente y que sea de mayor acceso para todos dispuso que el paradigma económico del shale-gas y del gas convencional sean fórmulas económicas que van a paliar el déficit de oferta energética global.

El gas es el energético más limpio de la historia contemporánea.

Con esa consideración no es vago insistir en que Bolivia tiene la posibilidad de ser parte de naciones que generen oportunidades de exploración y posterior explotación paralela de shale-gas para exportación y/o industrialización.

No faltarán los pesimistas que darán negativas a cualquier iniciativa, generalmente los pesimistas tienen facilidad de persuasión, pero la fuerza del optimismo nos empuja a especular sólidamente en la posibilidad de ser –como siempre debimos haber sido- un centro de distribución energética del Continente.

Vamos a repetir un clisé: el gas es llave de desarrollo y lucha contra la pobreza. Y ahora más aún con la buena noticia: adicionalmente a nuestros modelos de exploración-producción-comercialización-industrialización de gas tipo convencional surge la posibilidad de tener modelos de producción alternativa-paralela de derivados de valor agregado del shale-gas.

El caso norteamericano es paradigmático: desde el auge de la producción de gas esquisto, pasó de ser importador a planificar sus exportaciones.

Ahora los desafíos no tienen que ver con ausencia de volúmenes sino con storage (almacenamiento) y transporte (gas y petróleo).

El medio ambiente es también parte de esa nueva agenda.

Estados Unidos, el mercado energético más grande del mundo, fue principal objetivo de exportación de gas y petróleo de Canadá y México. Ahora Estados Unidos tiene gas y petróleo para volver a ser vendedor. Los productores de petróleo y gas ahora se ven obligados a buscar nuevos mercados.

El éxito del shale-gas tanto en Estados Unidos como en Canadá está planteando otro desafío: reconfigurar, modernizar y reconstruir el sistema de pipelines (gasoductos/oleoductos).

Prueba de ello es el gasoducto Keystone XL (que corre desde las arenas petrolíferas de Alberta en Canadá hasta Nebraska) que aún tiene cuestionadores ambientales que sin mucho sustento retrasaron el proyecto.

Varias compañías privadas están volviendo a invertir en Estado Unidos en shale gas.

Estados Unidos hoy tiene un nuevo auge de producción de crudo dulce liviano (bajo contenido de azufre) desde el esquisto que han obligado a mejorar sus condiciones y capacidades de refino que aún están adaptados a refinar  crudos pesados agrios (con alto contenido de azufre).

También el caso mexicano es importante con su reforma energética: en los últimos 10 años la producción de petróleo ha declinado, de 3.4 millones de barriles diarios a 2.5 millones de barriles (2014), ello motivó a la clase política dirigencial mexicana a abrir ofertas para invertir en recursos no convencionales (en aguas profundas y en cuencas shale gas).

México informa que tiene –de momento- la sexta reserva más grande del mundo de gas de lutitas (shale gas), infortunadamente con poca tecnología y dinero para explotar esos yacimientos. Por ello es que se han apurado en reformar su esquema constitucional, legislativo y regulatorio para generar las condiciones políticas técnicas y jurídicas para que inversiones desarrollen esos reservorios no-convencionales.

Aquí en el sur del Continente Brasil y Argentina están apurando desarrollo de proyectos tanto en gas convencional como en no-convencional, de manera que Bolivia no puede quedar rezagada a estudiar, planificar y ejecutar proyectos de gas-no convencional.

 

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