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Juan José Toro
08/05/2015 - 18:02

¿Excesiva?

Lamentablemente, la mayoría de los críticos de la prensa hablan de memoria y, como me consta, incluso llegan al extremo de publicar libros sin verificar sus datos. Me imagino que la ministra habló de ellos, de esos pocos malos periodistas

Es probable que la ministra de Comunicación, Marianela Paco, haya tenido excesiva libertad de prensa cuando trabajaba como periodista de radio Aclo en Sucre. Es probable, también, que esa experiencia —breve, según me refieren los colegas capitalinos— haya sido la que le motivó a afirmar que los periodistas bolivianos nos beneficiamos de esa supuestamente excesiva libertad y, pese a ello, no hacemos patria.

Yo no sé si hice patria o no en los 27 años que llevo de labor ininterrumpida en la prensa. Lo que sí sé es que conocí a muchos periodistas que hicieron patria enfrentándose a las dictaduras y, debido a ello, conocieron el destierro y el confinamiento. Uno de ellos, Juan León, falleció hace poco sin que sus colegas sindicalizados le hayan rendido un homenaje.

También sé que, en efecto, en nuestro país está vigente la libertad de prensa pero ésta es utilizada por los periodistas con la mesura que les exigen sus normas deontológicas.

En otros países, la libertad de prensa es abusada a tal extremo que los periodistas suelen involucrarse hasta en los detalles más íntimos de los personajes públicos. El caso referencial más conocido es el de la princesa Diana cuya vida fue eternamente ventilada por la denominada “prensa del corazón” que llegó al extremo de empujarla a la muerte cuando varios paparazzis la persiguieron y provocaron su accidente.

Si los periodistas bolivianos abusaran de su libertad de prensa, las relaciones íntimas del presidente Evo Morales hubieran sido de constante dominio público y sus hijos habrían estado expuestos a la opinión pública desde hace mucho tiempo. Como al mandatario le consta, sus hijos, particularmente Eva Liz, aparecieron en los medios de manera discreta y siempre en el marco del respeto. 

Si los periodistas bolivianos abusaran de su libertad de prensa, los supuestos vínculos entre el jefe de Estado y la ministra Achacollo hubiesen sido explotados hasta el hartazgo, particularmente cuando estalló el escándalo del fondo indígena. Como se sabe, esos rumores solo fueron manejados entre los políticos de oposición cuyas declaraciones tampoco alcanzaron la repercusión que ellos buscaban.

Lo que existe en Bolivia es una tolerancia que suele quebrantarse con bastante frecuencia, especialmente en declaraciones como las de la ministra Paco. El gobierno no cierra medios de comunicación pero los asfixia siempre que puede. Por eso es que rebusca en el Servicio de Impuestos Nacionales y otras entidades con el fin de verificar si existe incumplimiento a la norma. Ni siquiera espera a confirmar sus datos y actúa aplicando multas. Ejecuta, entonces, un estrangulamiento económico que, según la capacidad del medio, podría conducir a su cierre.

Existe mucha tela por cortar en el caso de la libertad de prensa. Es lógico que existen medios en los que los propietarios intentan imponer su manera de pensar pero son más los casos en los que los periodistas resisten esos embates.

Lamentablemente, la mayoría de los críticos de la prensa hablan de memoria y, como me consta, incluso llegan al extremo de publicar libros sin verificar sus datos. Me imagino que la ministra habló de ellos, de esos pocos malos periodistas.

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

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