Se dice que es el partido que nadie quiere jugar, pero Croacia y Marruecos dejaron todo para alcanzar el tercer lugar del Mundial.

Prueba de ello es que el partido comenzó con un ritmo alto en el que las jugadas a balón parado fueron decisivas.

En el minuto 7, Gvardiol adelantó con un cabezazo al combinado croata en una jugada ensayada. Majer colocó el balón en la cabeza de Perisic, que lo prolongó para que el central del Leipzig mande la pelota al fondo de la red.

Solo dos minutos después, Dari puso el empate con un cabezazo en una falta lateral. Así, a los 10 minutos ya había dos goles y el partido seguía teniendo buen ritmo.

Eso sí, fue Croacia el que siempre llevó la mayor parte del peso del partido y por eso, antes del descanso, a los 42 minutos, Orsic adelantó al equipo ajedrezado con un gran remate de interior que rozó Bono, el guardameta marroquí, dio en el palo y se coló en la portería.

En la segunda parte, los dos equipos tuvieron más ocasiones para mover el marcador, pero ninguno consiguió marcar más tantos.

Así, la selección de Luka Modric, que llegaba al choque tras quedarse a un paso de reeditar la final de Rusia 2018, derrotada en semifinales por la Argentina de Leo Messi, consiguió el segundo bronce mundialista de su historia después del logrado en Francia en 1998.

Marruecos, por su parte, fue la revelación del torneo, el primer país africano en alcanzar las semifinales de un Mundial, aunque hoy no pudo colgarse una medalla en una Copa del Mundo por primera vez en su historia.