La Universidad de Geisenheim, referencia en Alemania como centro de investigación vinícola, se propuso analizar las consecuencias del aumento de dióxido de carbono. Para ello, exponen artificialmente a las vides a una mayor concentración de este dañino gas, que se reparte por la plantación de forma equitativa gracias a unos ventiladores. El aire cuenta así con un 20 por ciento más de CO2, lo que simula las condiciones a las que se expondrán las vides en un futuro.