El príncipe Harry, hijo menor del príncipe Carlos y Diana Spencer, y la actriz estadounidense Meghan Markle se casaron este sábado en la capilla de St. George, en el castillo de Windsor, en una ceremonia nupcial anglicana presidido por el arzobispo de Justin Welby. Se conviertieron en sus altezas reales el duque y duquesa de Sussex, según los títulos que les confirió la reina Isabel II, abuela de Harry.

La novia usó un velo que representa la flora de los 53 países del Commonwealth, pedido expresamente a Clare Waight Keller, según un comunicado del palacio de Kensington. La tiara que sostuvo el velo fue una franja de diamantes de 1932 terminada en un alfiler de 1893, prestada a la novia por la reina Isabel.

En la ceremonia, el sermón lo dio el obispo de Chicago Michael Curry. El primer afroamericano a la cabeza de la iglesia abrió su homilía citando una frase de Martin Luther King. "Debemos descubrir el poder del amor, el poder salvífico del amor. Y cuando lo hagamos, podremos hacer este mundo viejo un nuevo mundo. El amor es el único camino", dijo el obispo. Al terminar su sermón un coro de gospel estadounidense entonó la célebre canción "Stand by me".

No asistió a la boda el padre de la novia, que entró sola y fue esperada en la iglesia por el príncipe Carlos, heredero del trono británico y padre de Harry. Tras dejar la capilla los novios firmaron el registro matrimonial en presencia del príncipe Carlos, padre de él, y de Doria Ragland, madre de ella.

Asistieron a la boda unos 600 invitados: entre los que estuvieron Amal y George Clooney, David y Victoria Beckham, el hermano de la princesa Diana, Charles Spencer, y Oprah Winfrey.

Millones de personas siguieron la transmisión televisiva, mientras que cientos pasaron la noche al aire libre en Windsor para acompañar a la pareja a su paso en carroza tras la ceremonia.

Doria Ragland, la madre de la novia, junto al príncipe Carlos y su esposa.