Acerca de revoluciones y cambios
Cierto que varias revoluciones en el mundo cayeron en errores burocráticos terribles, que les condujeron a derrotas graves.

En Bolivia la única Revolución que tuvimos fue en 1952. Cuando mineros, obreros y campesinos se lanzaron a enfrentarse directamente con el ejército oligárquico, para derrotarlo por las armas y cambiar por fin el destino de Bolivia. Pero, quiénes hicieron la revolución entregaron ese sacrificio a las clases altas y medias altas de este país. Error que se lamentó por siempre en nuestra historia. Entregaron la revolución a unas clases altas debiluchas, sin sentido de Nación, sin sentido de Patria, sin conocimientos profundos del país, y sin autoestima al menos nacionalista.
Aquella Revolución, en medio de la guerra fría, fue boicoteada desde adentro y posteriormente traicionada por aquellas clases altas débiles y sin sentido de Nación. El miedo tonto al comunismo pudo más, para venderse al bando imperial capitalista y destruir la Revolución del 52.
Los demás cambios fueron al calor de las democracias pequeño burguesas, occidentales y totalmente reformistas respecto de avances de indígenas, de obreros y clases medias pobres. Si bien hubieron avances constitucionales, sólo respondieron a las democracias tradicionales y formales. Los resultados los vemos con total claridad.
Cierto que varias revoluciones en el mundo cayeron en errores burocráticos terribles, que les condujeron a derrotas graves. Como la revolución rusa, aquel apoteósico cambio para toda la historia de occidente, que fue burocratizada totalitariamente para encerrarles en los gulags a intelectuales y pensadores críticos, por las hordas evangelistas ortodoxas del marxismo deformado.
O la revolución China que tuvo que hacerse capitalista plena, para sobrevivir a su propio destino. La revolución cubana, ejemplo mundial en los primeros años, sobreviven en medio de miseria y pobreza galopante, a nombre de la dignidad de los gloriosos momentos de hace siglos.
En Bolivia no contamos con clases altas nacionalistas. Sino absolutamente coloniales, es decir sin raíces en estos territorios. Totalmente débiles como clase, sin proyectos de clase. Sin proyectos de Nación. Con sus miradas desde siempre allende los mares. Soñando en Miami o París; pero no en Bolivia, en sentido de proyecto y construcción de Estado y Nación. En sentido de echar raíces existenciales en estas tierras.
Por todo eso, substancialmente, casi siempre fueron vencidos y derrotados por indígenas y obreros; aunque se sirvieron de las armas del ejército y los poderes externos y extranjeros, para volver a posicionarse en el poder. En esos vaivenes de la política de la ruleta rusa, o de la montaña rusa, jamás pudieron construir algo sostenible en el tiempo. Desordenados, caóticos y sin sentido de Nación, siguen sin cambiar en el siglo XXI.
El último proceso que fue otra explosión popular a inicios de este siglo y milenio, como todos los anteriores procesos populares, fue boicoteado desde adentro por estas clases altas sin sentido de Nación y Patria. Además, en su forma democrática reformista pequeño burguesa, donde las ventajas burocráticas de las instituciones las tenían estas clases altas.
Pero la experiencia es muy importante, si es que se sistematizan los fracasos para volver a empezar con otros derroteros realmente populares y revolucionarios. Porque la pobreza, la miseria, la ausencia de oportunidades de trabajo y negocios para las nuevas generaciones es la característica generalizada en nuestras realidades.
Los cambios sociales siempre serán las posibilidades ante las injusticias, ante las soberbias del poder y sus corruptas maneras de gobernar. Mientras no se resuelvan los factores estructurales y económicos de nuestro país, los cambios y revoluciones estarán a la vuelta de la esquina de las historias que vienen.
Vemos que la inoperancia institucional frena la justicia básica, que la corrupción galopante destruye los tejidos sociales del país. En suma, otro fracaso más de un intento que podría haber sido una oportunidad de cambiar los temas estructurales de la historia de Bolivia.
Las nuevas generaciones tienen el deber de conocer la historia de los cambios sociales, de las revoluciones que han sido el sentido mismo epistemológico de la existencia de los pobres. Aquello que da el sentido a la vida, como corpus social e individual. Porque en los cambios sociales y revoluciones, los pobres y marginados de la historia tienen sentido como existencia. En esas explosiones sociales donde la autoestima histórica se hace fundamental en las clases subalternas.
Sin embargo, esos procesos sociales de avanzada no son fáciles ni se realizan en el azar y la suerte de la historia. Todo lo contrario. Como en todas las épocas de la llamada historia, son fundamentalmente procesos de toma de consciencia: frente a los acontecimientos de la sociedad y frente a la destrucción del patrimonio de la Nación y la Patria. Y si esos procesos de toma de consciencia permiten construir alternativas reales, desde la política y la ideología, a los sectores populares y marginados del país.
El mundo atraviesa uno de los momentos más delicados de su historia. Los peligros son evidentes, cuando se restauran visiones imperiales y racistas desde el norte dizque democrático, civilizado y educado. Nuestro país requiere de personas altamente comprometidas con el país profundo. Además de patriotas y con sentido de Nación. Dispuestas a colgar corruptos en las plazas públicas del país. Y dispuestas a nuevos sacrificios para seguir construyendo Bolivia.