Unesco elige dos prácticas culinarias de Bolivia para incluirlas en un atlas mundial
La cocina basada en ají y maní de Chuquisaca, y la pesca tradicional del pueblo Weenhayek figuran entre las 16 experiencias seleccionadas a escala global. El gestor cultural David Aruquipa Pérez, parte del equipo técnico que acompaña la iniciativa, explicó que inicialmente Bolivia presentó cuatro experiencias, pero la Unesco solicitó profundizar la documentación solo de dos prácticas, debido a su alto valor cultural, social y territorial.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) seleccionó dos prácticas alimentarias de Bolivia para su inclusión en el Atlas Internacional de Alimentos, un proyecto global orientado a la protección y transmisión de tradiciones culinarias a las futuras generaciones.
Se trata de la cocina tradicional chuquisaqueña basada en el ají y el maní, y de la pesca tradicional del pueblo indígena Weenhayek, ambas elegidas luego de un proceso de evaluación internacional que posiciona a Bolivia como uno de los 16 países participantes en esta fase.
El gestor cultural David Aruquipa Pérez, parte del equipo técnico que acompaña la iniciativa, explicó que inicialmente Bolivia presentó cuatro experiencias, pero la Unesco solicitó profundizar la documentación solo de dos prácticas, debido a su alto valor cultural, social y territorial.
“Son las dos prácticas que se van a incluir en este atlas el siguiente año. Y de los 16 países a nivel mundial, solo Bolivia está en esta primera prueba. Esto nos permite sentar las bases para que, en el futuro, se inscriban otras prácticas alimentarias como la ruta del cacao, el singani o la cocina tradicional cochabambina”, señaló, según reporte del periódico Ahora el Pueblo.
Sobre la selección del ají y el maní, Aruquipa destacó su profunda conexión con los valles de Chuquisaca, en especial con el municipio de Padilla, donde se impulsa una denominación de origen por la calidad del producto. Subrayó que esta práctica mantiene procesos de cultivo y producción transmitidos de generación en generación, desde el manejo de almácigos hasta la elaboración de platos emblemáticos como el mondongo.
“Chuquisaca se identifica como tierra del ají. No es solo un ingrediente, es un elemento central de identidad cultural y alimentaria”, afirmó después de remarcar, además, su vínculo con Sucre, ciudad Patrimonio de la Humanidad.
En el caso de la pesca tradicional Weenhayek, la Unesco valoró la relación espiritual y cultural del pueblo con el río Pilcomayo, al que reconoce como un ser vivo. Esta práctica incluye rituales de permiso, respeto a los ciclos naturales y una cosmovisión que integra la pesca con la vida comunitaria y la educación.
Aruquipa resaltó que se trata de la única práctica alimentaria en Bolivia que cuenta con un currículo educativo regionalizado, adaptado al calendario de pesca, lo que permite a niñas y niños acompañar a sus familias en esta actividad ancestral.
El reconocimiento internacional implica no solo visualización, sino también la elaboración de planes de salvaguardia que deberán trabajarse de forma conjunta con autoridades locales, comunidades y gobiernos subnacionales, con el objetivo de garantizar la protección efectiva de estas prácticas milenarias.
“Estar en un atlas mundial significa compartir espacio con tradiciones de países como Corea o la India. En América del Sur, solo Bolivia y Perú participan en esta fase”, precisó.
Según el cronograma del proyecto, los informes finales se entregarán hasta mayo de 2026 y se prevé que el atlas comience a elaborarse en agosto. Paralelamente, se desarrollarán talleres locales para fortalecer capacidades y promover la reflexión sobre los desafíos actuales que enfrentan las tradiciones alimentarias como patrimonio inmaterial.
