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Arturo Yáñez Cortes
14/01/2019 - 11:13

¡Sálvese quien pueda!: El futuro de la abogacía

El último libro del afamado periodista Andres Hoppenheimer titulado “!SALVESE QUIEN PUEDA!” (2018) aborda el futuro del trabajo en la era de la automatización y, nos dedica a los Abogados, su capítulo 5 denominado “!Defiéndase quien pueda!.

 

Sostiene que así como en prácticamente el resto de todas las profesiones y oficios, la era de la automatización impactará notablemente en el inmediato futuro en el ejercicio profesional de la abogacía, existiendo el riesgo que podamos ser reemplazados por la inteligencia artificial de las computadoras.

Lo peor es que ese futuro ya está aquí a través del uso de robots en tareas de búsqueda de jurisprudencia y doctrina que están reemplazando a los colegas que antes hacían ese trabajo; existen ya plataformas de internet que prestan servicios legales en línea –con tarifas mucho más baratas que las que cobran bufetes por hora y otras incluso son gratuitas; programas que resuelven diversas disputas en línea e incluso, los algoritmos podrían en el futuro realizar la labor de jueces y mediadores, resolviendo disputas: cita a investigadores que afirman que en aproximadamente 5 a 10 años, los algoritmos podrán probablemente manejar y resolver todas las controversias, incluyendo instancias de apelación, sin la intervención de algún árbitro humano.

Producto de la amplia investigación realizada para esa nueva obra, nos muestra que ya actualmente una cantidad importante de trámites sobre transacciones de inmuebles y vehículos, testamentos, acuerdos prenupciales y registros públicos, son realizadas en línea, sin la participación o con menor participación de los abogados y que acaba de surgir una nueva disciplina que predice –por algoritmos- las reales posibilidades de ganar un pleito. También existen servicios en línea que disponen de enormes bases de datos que adelantan las posibilidades de aprobación de patentes o hasta las tendencias de voto de jueces y tribunales sobre determinados asuntos. Incluso, ya se usa programas informáticos que evalúan la competencia de los grandes bufetes y sus abogados, permitiendo a los clientes evaluarlos antes de contratarlos, de forma que ofrecen rankings que en función al caso particular y previa consulta a esas bases de datos, ofrecen al interesado el mejor abogado posible o varias alternativas disponibles.

Entre sus ventajas se destaca a que todo el anterior panorama devendrá no sólo por cuestiones estrictamente económicas (menores costos), sino también porque actualmente las Cortes no dan abasto a la enorme cantidad de causas generando altos niveles de retardación de justicia –por si caso, no es un “perjuicio burgués”-, que las empresas y ciudadanos no están dispuestos a esperar años para resolver conflictos gastando sus recurso de tiempo y dinero y hasta que las computadoras no pueden ser influenciadas por factores o poderes externos – el partido, el jefazo, la plata, el cobro por la factura de la designación, etc- .

Eso sí, pese a todo el pronóstico no es tan malo para nuestra profesión cuando destaca que no todas nuestras áreas de trabajo podrán automatizarse, siendo actualmente principalmente aquellas tareas de revisión de documentación, búsqueda de antecedentes legales y análisis predictivo de posibilidades de éxito, lo que podrá permitirnos liberarnos de ese tipo de tareas en términos de tiempo y uso de recursos, permitiendo concentrarnos en el análisis estricto del caso y, por supuesto en la preparación y su litigio.

El autor pronostica que aún así, los abogados tendremos más clientes, lo que será facilitado por la aplicación de la automatización y la disponibilidad de más tiempo para dedicarnos a las tareas que no podrán ser realizadas por las máquinas –por ejemplo, los juicios orales-, tampoco las computadoras podrán reemplazarnos en la relación personal con el cliente que implica un alto grado de confianza e incluso, gracias a la inteligencia artificial, podremos disponer de mayores y mejores herramientas que terminarán facilitando nuestro trabajo. En fin, por el momento cabrá remitirse a aquello de BRANDT: “El futuro no va a ser dominado por aquellos que están atrapados en el pasado”.

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