Opinión
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Marcelo Arequipa Azurduy
31/05/2020 - 09:17

El agravio moral

En el abordaje sociopolítico de los acontecimientos que llevamos arrastrando desde fines del año pasado hasta hoy –cuyo escenario no estuvo marcado por un problema económico, sino político– el agravio moral funge como un momento definitorio para que las movilizaciones se articulen y desencadenen.

En la relación gobernantes-gobernados existe un asunto de dominación consentida, es decir, expresada en términos morales y no tangenciales. La legitimidad de esta relación puede erosionarse cuando se producen afrentas morales. Los agravios morales son detonadores porque afectan, directamente, a vínculos tradicionales de nuestros respectivos grupos sociales. Las agresiones morales calan rompiendo marcos de tolerancia que pensábamos tener, llámese por ejemplo racismo y discriminación, hasta que finalmente el ataque es dirigido contra quien piensa distinto.

En el abordaje sociopolítico de los acontecimientos que llevamos arrastrando desde fines del año pasado hasta hoy –cuyo escenario no estuvo marcado por un problema económico, sino político– el agravio moral funge como un momento definitorio para que las movilizaciones se articulen y desencadenen.

El resultado de tener ese momento repetitivo de agravios morales irresueltos es que se generen movilizaciones que cuestionen lo político, entre otras cosas porque se cuestiona la legitimidad del gobernante, ya que sencillamente cada vez se cree menos en él. Entiéndase, por ejemplo, cuando los gobernantes se saltan las normas o –algo que es mucho peor– incumplen sus propias promesas.

Por ejemplo, una lectura para que la clase media y tradicional se movilizara los últimos años en contra del anterior Gobierno fue que de manera repetida sostenía niveles de tensión con esta, el ejemplo en este caso es recordando el escándalo del Fondioc y una de las conferencias de prensa de Evo Morales al respecto, diciendo que los dirigentes denunciados por corrupción no eran responsables de aquellas irregularidades, sino que los culpables eran los técnicos quienes habrían tendido trampas a los dirigentes; se sabe bien que los llamados técnicos son abogados, economistas, etc.: profesionales pertenecientes a ese sector de clase.

Con la crisis política en curso y la crisis sanitaria presente, más la crisis económica que se avecina, la incertidumbre es la que hoy domina el clima político. Desafortunadamente, esta no moviliza sentimientos de esperanza, sino de desazón y miedo.

Los agravios morales que se impulsan desde quien hoy gobierna son los signos de los tiempos que nos invaden, se habla mucho de polarización político-partidaria. Yo creo que lo que vivimos es una polarización social, porque no existe una confrontación de proyectos de Estado ni en la derecha, ni en la izquierda. En cambio, lo que tenemos es la defensa irrestricta de posiciones, muchas prejuiciosas, y de condición de clase que lo que hacen es reforzar nuestra vida “normal” en nuestras burbujas sociales en Internet.

Ahí, últimamente, se ha cruzado el tema de la corrupción, quizá como uno de los mayores agravios morales, que traspasa a toda la clase política y pone en el foco de atención más próximo al MAS y a Áñez.

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