Opinión
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Manuel Canelas
17/02/2021 - 08:03

El proyecto de nación de Comunidad Ciudadana

Se escribe mucho sobre el MAS. El año pasado la mayoría de los artículos empezaban con:”el 70% no quiere que vuelva el MAS”. Se escribe poco sobre la oposición. Pocas palabras: unidad, reproches y derrota como un péndulo. Podríamos escribir que el 72% de los bolivianos no votó por Carlos Mesa pero sería solo una constatación obvia. ¿Qué significado tienen Comunidad Ciudanana (CC)  y el mesismo? ¿Qué idea de nación tienen? ¿Quiénes están dentro, arriba, fuera de la misma? Por la manera qué tienen de concebir -y relacionarse con- la historia, la política y el espacio CC parece más un producto de inicios del siglo XX que uno contemporáneo.

 

La palabra y el territorio

En las elecciones generales de 2014, el MAS obtuvo 61,3%, la segunda fuerza, UD -alianza entre Unidad Nacional y Demócratas- alcanzó 24,23%. En las elecciones locales de 2015, UD ganó las alcaldías de El Alto, Cochabamba y la Gobernación de Santa Cruz. En las últimas elecciones generales de octubre de 2020, el MAS logró el 55,11% y la segunda fuerza, CC, 28,83%. La diferencia entre el primero y el segundo fue menor en las elecciones de 2020 pero CC tiene un escenario menos halagüeño para las elecciones locales del 7 de marzo que el que tuvo UD. Según las encuestas conocidas, CC no ganará ninguna de las  gobernaciones y es probable que tampoco consiga ninguno de los 340 municipios del país – solo aparece con opciones en Santa Cruz, debido al tirón del candidato que,sin embargo, se inscribió primero con otro frente y, por imprevistos, recaló en CC como plan de última hora.

A Mauricio Macri le advirtieron algunos analistas que no hay política sin territorio, que los globos amarillos no sustituían el trabajo sobre el espacio. En diversas declaraciones miembros de CC reconocían que tenían un problema con el territorio. Gustavo Pedraza dijo en enero de 2019: ”Nos hace falta calle, nos hace falta caminar, es una tarea pendiente”. Dos elecciones despúes, Andrea Barrientos sostenía en noviembre de 2020:”(...)lo  que nos faltó fue terreno, la aproximación a lo nacional popular no fue la adecuada.” Dado el tiempo transcurrido entre ambas declaraciones alguien diría que creen necesario un barco y tres días para ir de La Paz a Viacha...

Los dirigentes de CC destacaban que Mesa era el mejor candidato presidencial porque había sido un buen vocero. Una parte fundamental de su estrategia, como es evidente, fueron los debates donde, pensaban, que la retórica de Mesa mostraría su superioridad general. La otra parte, sus monólogos. La palabra,entonces, postergaría construcciones, territorios, alianzas y sería ella misma la prueba y garantía de lo que señalaba. Hace poco Lupe Cajías decía que, visto el resultado de las elecciones, los debates no habían servido para nada.

Mesa declaró, en una entrevista a Página 7 el 11 de octubre de 2020, que él “ha tenido el coraje de enfrentar a Evo Morales y ganarle”. Está claro que si hizo campàña con ese convencimiento, reñido con la evidencia, por supuesto, estaba seguro que le ganaría nuevamente. Si además el 70% no quería que vuelva el MAS para qué desplazarse por el territorio o generar vínculos con los sectores organizados del país. Esta misma sugerente melodía lo llevaba en diciembre, a pesar de la paliza de octubre, a insistir: ”Te pongo un ejemplo, hemos ganado la ciudad de La Paz con el 51% de los votos, donde hay laderas y sectores populares; por lo tanto no es cierto que no conectáramos con sectores populares”. Por lo que sabemos esta música le gustaba a otros cuadros de CC, el 21 de septiembre de 2020 Cecilia Requena interpelada por Maria Galindo decía: “El voto por identidad, por el MAS, en La Paz ha reducido significativamente más o menos a la mitad”. Se refiere al departamento. El MAS obtuvo en 2020 uno de sus mejores resultados en La Paz, casi el 70% contra el 30% del partido de Requena.

Como sabemos, CC no fue capaz de sostener una candidatura propia para el municipio de La Paz, armó una alianza que no aguantó ni a su registro y su candidato terminó declinando. La última noticia es que en esa ciudad expresaron su tardío apoyo a Iván Arias, uno de los ex ministros de Jeanine Añez más conocidos. La flexibilidad de la palabra: hace dos meses, Ricardo Paz decía que uno de los motivos de la derrota de CC había sido no alejarse más del gobierno de Añez. Por si faltaba algo más, el diá después que Mesa expresó su entusiasta apoyo a Arias, Gustavo Aliaga describía como “absurdo e irreal el gobierno de la señora”. Los malabares que permiten las palabras son interminables – también son la semilla de las fake news- pero los resultados políticos de éstos para CC no son muy buenos aunque el verbo pretenda ocultarlos.

La palabra y la democracia

Con la misma convicción que dice que “ganó a Evo Morales”, Mesa repite lo del “fraude gigantesco” en las elecciones de 2019. Existe un enamoramiento de CC con sus ficciones ya que también dicen que hubo fraude en las elecciones de 2020. Ricardo Paz en entrevista con Tuffi Aré :“Una cosa es que nosotros digamos, sí, nos han ganado la elección porque nos han ganado con más del 10, evidente y real. Ahora, ¿nos han ganado por casi 27%? No, no nos han ganado con 27 puntos. Eso no es así. No podemos cuantificarlo exactamente...”. ¿ Encontrarán las pruebas de ambos fraudes en el barco que los lleve a Viacha?

Sin embargo, este gusto por la ficción hizo que Mesa fuera un gran protagonista de la ruptura del orden constitucional que tuvo lugar el 10 de noviembre de 2019. No vamos a ahondar en este punto, solo recordar que la ex magistrada y senadora de CC Silvia Salame, ante las exigencias de renuncia de Evo, el 8 de noviembre dijo: “no se puede pedir derrocar al Presidente (...)ese tipo de soluciones están al margen de la ley”. El punto es analizar cómo la postura de CC de apoyo a la ruptura constitucional asi como a las posteriores acciones violentas de disciplinamiento estatal de los sectores populares convirtió en un abismo la distancia ya existente con estos sectores. Poco podían haber hecho después Mesa y CC por ponerlos de su lado, esto no se arreglaba con el candidato saltando del sofá y dándose una vuelta por un mercado – meras sugerencias de marketing.

En nuestra historia hay numerosos ejemplos donde la élite ha cerrado filas cuando se trata de contener y castigar a los sectores populares. Siempre que estos conflictos han sucedido, los sectores dominantes han armado una suerte de juicio general a una identidad que, de alguna manera, funcione como un estigma y opere como un dique que frene un tiempo a los sectores populares. Esto no es exclusivo de Bolivia, por supuesto. Los estudios de la historiadora Marta Irurozqui sobre el significado del proceso de Mohoza a inicios del siglo XX, por ejemplo, ilustran bien esto. La naciente hegemonia liberal necesitaba consolidarse como bloque y sacar de la ecuación a sus aliados indígenas. Irurozqui argumenta que, en el juicio sobre los hechos ocurridos en Mohoza, “(…) no sólo se juzgó y condenó a los implicados en las matanzas, sino a la población aymara en su conjunto, siendo ésta la que quedó invalidada en sus actitudes públicas acusada de iniciativas salvajes, brutales y sádicas, prueba de su falta de civilización”. Calcado al relato que se intentó imponer desde los sectores dominantes en el último trimestre de 2019 y parte de 2020: “los salvajes” como esa identidad amplia y flexible pero que suponía una amenaza permanente para la democracia. Desde el “se balearon entre ellos” pasando por las menciones a las Farc cada cierto tiempo asi como la segura “culpabilidad por su ser salvaje” de cualquier persona que criticase al gobierno o compartiese los motivos de las protestas. En todo ese tiempo, pero de manera particular el último trimestre del 2019, Carlos Mesa y CC fueron actores fundamentales en darle legitimidad a estas acciones y a su consiguiente relato.  Dieron su palabra como sostén, dentro y fuera del pais.

Hemos apuntado que CC sostiene que el no alejarse lo suficiente del Gobierno de Añez fue un motivo para su derrota. El origen de su problema se sitúa antes: ser decisivo en su ascenso y respaldar con claridad todas las acciones del Gobierno hasta el momento que Añez decidió ser candidata. Fue entonces cuando grandes sectores del país, que ya los veían con distancia, los identificaron como parte del problema, un problema que despertó ecos de agresiones antiguas. De hecho, su “alejamiento“ nunca fue por una cuestion de principio sino solamente de molestia por la competencia que le supuso que Añez entre al ruedo electoral. Después, cuando Añez declinó su candidatura, CC declaró que les gustaria contar con algunos de sus ministros y que serían firmes defensores de la ahora ex Presidenta.

 

La palabra y el tiempo

Vemos que la manera de entender la política, la idea de nación que tiene CC - cuán plural o estrecha es ésta, quiénes son los llamados a interpretarla y dirigirla- es la propia de un proyecto que se acomoda con más facilidad en las coordenadas de la hegemonia liberal de inicios del siglo XX. Cabe recordar que muy pocos días antes de la presentación e inscripción de Comunidad Ciudadana, el primer nombre que se comunicó era solamente el de Ciudadanos y el color únicamente el naranja. Hubo una corrección de último momento donde se añadió Comunidad y se incluyó el color verde. En realidad, se trató de una impostura porque tanto Mesa como su entorno llevan mucho tiempo pontificando contra la idea de lo colectivo y reivindicando una idea de la política más estrecha, con una clara y exclusiva primacia de lo  individual. Entre sus cuadros intelectuales es frecuente leer ásperas críticas a lo gremial, clientelar, etc entiendendo todo esto como sinónimo de lo colectivo. Conservan de ese liberalismo de inicios del siglo pasado la exigencia a que el indio para ser considerado ciudadano se haga primero individuo – se despoje totalmente de la rémora colectivo comunitaria- sin embargo, igual que sus antepasados ideológicos, cuando algún sujeto indio es señalado por tener una costumbre reprobable, hablar mal el castellano o cometer un crimen, entonces sí consideran la dimensión de lo colectivo para sancionar dichas acciones: la “culpabilidad “excede al sujeto y nos revela aspectos negativos  y censurables de la comunidad en la que se inscribe.

También entonces, como ahora con CC, la élite paceña se reclamaba como la única capaz de dirigir la nación. Como hemos visto con el ejemplo de Mohoza, entonces diversos textos y discursos de los políticos e intelectuales señalaban que los indios no estaban en condiciones de dirigir ni siquiera sus vidas, menos la nación. Tampoco estaban preparados, por supuesto, los habitantes de las tierras orientales del país. CC también se mueve en ese mismo imaginario y por ello ha tenido mucha dificultad de relacionarse con lo indígena popular pero además ésto también explica la ruptura con Luis Fernando Camacho y con buena parte de los cruceños. A partir de octubre de 2019, fue reponiéndose con mucha fuerza el clivaje étnico regional en nuestro país. El protagonismo de las acciones más duras tienen las caras de Luis Fernando Camacho y Jeanine Añez, cambas, vistos desde gran parte del occidente y el centro del país. El MAS nunca tuvo mayor respaldo en las urnas que cuando el clivaje regional estuvo más alto, en 2008 con casi un 68%.

CC confió que los cambas representados en Camacho y en Jeanine harían el trabajo de disciplinamiento del indio y que luego volverían a ubicarse en su lugar: a ninguno se le podía ocurrir ser candidato; tendrían que volver al lugar que les corresponde y quizás tener la clásica cuota ministerial camba -eso se le ofreció a Camacho para que se retire. Ecos de la armonía de las desigualdades, de Bautista Saavedra. CC no entendió el fenómeno que ocurrió en Santa Cruz y cómo Camacho y su liderazgo de derecha radical representaba un cambio cualitativo. Camacho habia sido el protagonista de un acontecimiento nacional-  en rigor, un Golpe de Estado pero para los que lo siguen se trató de una gesta. Pensar que luego de ello volvería a su casa, al cuoteo ministerial y, como decía Carlos Mesa cándidamente, Santa Cruz estaria representado por Gustavo Pedraza es una muestra elocuente de la incomprensión reinante. No se trata, por supuesto, de haber nacido en Santa Cruz. El mes previo a las elecciones se inició una intensa campaña de medios y referentes paceños contra Camacho y,en buena medida, contra la identidad cruceña. Proliferaron los insultos y la recuperación de todos los tópicos anticambas al uso. De héroe a objeto de burla en pocos meses. Algunos más sofisticados decían que los cruceños tenían que ver que se guiaban por intereses regionales, dejarlos de lado, y apoyar a los que defendían los intereses generales: Mesa, CC, la élite paceña; como antes, como siempre. Esa ofensiva tuvo un colofón que solo se puede calificar de extraordinario. Se escogió para ello al político resucitado más parecido a un Tejada Sorzano: Ronald Maclean Abaroa sería quien le revele a los cruceños el engaño de Camacho. A cuatro días de las elecciones, Maclean, ex jefe de campaña de Camacho, contó, con un tono de terror decimonónico, secretos acuerdos entre el MAS y Creemos – hasta ahora no parecen honrados ya que Centa Rek no preside el Senado- para que Camacho no se retire. Carlos Valverde le preguntó si creía que Camacho sabía de estos acuerdos o los hacían a sus espaldas. Maclean dijo que no estaba seguro pero quería creer que no estaba al tanto. Es decir, el arma oculta para lograr el voto cruceño por Mesa consistía en que un político paceño de pura cepa le explique a buena parte de los electores cruceños que su referente era o un traidor o un idiota.

Olvidar el siglo

El proyecto de nación de CC supone un retroceso notable en cuánto a la comprensión de la dimensión plural del país. El MNR de los años 90, por ejemplo, tenía una idea más amplia de la diversidad de nuestro país. Dejando de lado sus ideas económicas, llevó adelante reformas   que mostraban que entendían que el pais era más que La Paz, que Bolivia no se resumía en cuatro barrios paceños. La participación popular es el ejemplo más claro. Otro tema muy conocido es que el MNR tuvo una importante comprensión del territorio para hacer política. Nada de esto ni siquiera se intuye en CC. Asombra que no tuvieron ni una lectura coyuntural de entender que, golpeadas por la pandemia y sin protección del Estado, muchas personas reforzaron su refugio, su resistencia en lo colectivo, en la comunidad. Mesa no se movió del 1900.

La crisis de CC es en realidad una crisis de la élite paceña para construir un proyecto de nación que interpele a la mayoría. La oposición contra el MAS siempre ha estado, salvo el breve capítulo Manfred, protagonizada por la élite de La Paz. Y nunca como ahora esa oposición ha estado más debilitada y, sobre todo, con el reloj marcando años hacia atrás. Es cierto que ni Tuto, Manfred, Samuel ni Mesa han logrado pasar el 30% pero los tres primeros compitieron contra el MAS gestionando el Estado y con Evo Morales de candidato. La derrota de CC de 2020 es cualitativamente más dura. La crisis de la élite paceña afecta, como es lógico, tambíén a otros actores como Tuto Quiroga. Entre los intelectuales  y medios paceños se interrogaban sobre cómo Tuto podía tener tan bajo apoyo a pesar de sus innegables capacidades políticas. Cuando renunció a su candidatura los mismos que se embarcaron en la ofensiva contra Camacho jalearon a Tuto y saboreaban la victoria en el Mundial. De hecho la carta de Tuto parece de alguien que se retira teniendo un 20 % y subiendo. Ya sabemos que esa renuncia no incidió más allá de Calacoto y Sopocachi. Samuel Doria Medina y UN no tienen un escenario mucho mejor aunque algunos reflejos tuvieron en su momento con Chapetón eso parece haber quedado enterrado en el polvo que dejó CC. Mientras las élites paceñas tengan un proyecto nacional decimonónico estarán condenadas a ser una minoría mengüante.  O cambian de reloj o ceden el testigo.

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