Opinión
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Max Raúl Murillo Mendoza
10/02/2025 - 11:16

Bicentenario: sin estrategias de Estado

Estamos entendiendo como estrategias que nuestros objetivos y metas de Nación, no han sido diseñadas ni siquiera a mediano plazo. Prácticamente todo el siglo XIX ha sido un desorden, lleno de golpes de Estado entre ignorantes militares y caudillos civiles, para tener el Estado y robar todo lo necesario.

Al parecer el Estado seguirá nomás siendo un jugador importante en este siglo. Inventado desde la modernidad y el capitalismo por los europeos, allá en el siglo XVI. Después copiado o impuesto en sus distintos moldes y creatividades en distintos lugares del mundo. En nuestro caso, impuesto en 1825 todavía en sus cimientos de los Estados europeos, con las ideas de la ilustración expuestas por Bolívar. Ese Estado inicial, en todo caso, ya nació sin estrategias claras de sobrevivencia, de integración entre distintos y de proyecciones como país.

Estamos entendiendo como estrategias que nuestros objetivos y metas de Nación, no han sido diseñadas ni siquiera a mediano plazo. Prácticamente todo el siglo XIX ha sido un desorden, lleno de golpes de Estado entre ignorantes militares y caudillos civiles, para tener el Estado y robar todo lo necesario. En el XX cambió algo por la revolución de 1952, que permitió a Bolivia al menos entrar al siglo XX, en sentido de modernidad, nacionalización de recursos estratégicos como parte de una estrategia de desarrollo desde el Estado.

Sin embargo, seguimos siendo un país insostenible, desordenado, caótico, corrupto porque no se respeta absolutamente nada y nuestro sistema judicial es el peor de todo el mundo. Pues no hay norma ni ley alguna que se respete, desde las altas cúpulas del Estado y la sociedad. En definitiva, un país sin estrategias de Estado en absolutamente nada.

Por mucho que le pongan perfumes, los escritores del sistema, cosméticos modernos o postmodernos, el país no cuenta con instituciones sólidas, sin tradiciones sostenibles en el largo plazo.

Esa realidad ha producido un país con imaginarios de piratas, es decir de que los más fuertes (en la política y la economía) o maleantes sean los que más aprovechen las circunstancias. No los bolivianos o bolivianas con sentido de país, de patria y Nación, no los bolivianos honestos. Increíblemente, hoy como en 1825 seguimos con los mismos dilemas: Qué país queremos?

Aquí no hay diferencia alguna entre clases altas o bajas. En ambas capas sociales, nos consta, hay maleantes e ignorantes que sólo se aprovechan para sí de las distintas coyunturas. Aunque, de estas terribles circunstancias del desorden pierden siempre los más pobres y marginados. Eso también es una constatación en nuestra desordenada historia.

Necesitamos con suma urgencia, a propósito del Bicentenario, pensar por fin en estrategias de Estado. En los elementos necesarios que nos permitan articular, profesionales y de liderazgos, estrategias conjuntas no sólo para resolver la miseria y pobreza constantes, sino y sobre todo la sostenibilidad del país. Estamos conscientes, a estas alturas del partido, que no podemos más conjugar impunidad y desorden total, con básicas formas de convivencia colectiva en función de normas y leyes que se cumplan; que se respeten en el largo aliento de la sostenibilidad.

El mundo y países incluso de nuestra región, ya están en esa tarea monumental de reordenar sus Estados hacia el siglo XXI y los desafíos que eso conlleva. Nosotros nos movemos en la mediocridad total, quizás inconsciente, de la lentitud, de la burocracia tercermundista en los papeleos al infinito, del mal trato al ciudadano cotidiano, de la impunidad patrimonialista destruyendo todo tejido institucional del Estado. En definitiva, en las cavernas mentales sin siquiera considerar algo de modernidad (en sentido mental).

Pues que el Bicentenario no sea sólo la pugna entre quiénes están de acuerdo en sus festejos; y quiénes no están de acuerdo, sino en cómo dibujamos por fin un país real y para todos. Más allá de las trifulcas típicamente bolivianas, pensemos en la posibilidad de consensos sociales, para lanzarnos a unos 50 años por delante; pero sostenible y con políticas de Estado en todos los campos posibles de nuestros desafíos.

Las resistencias a los cambios siempre han devenido de grupos, desde la colonia, que no desean mover sus intereses, que no desean perder sus privilegios ganados en medio de las circunstancias de injusticias. O de grupos corporativos que no quieren Estado, sino republiquetas al margen del Estado para seguir delinquiendo. Son experiencias de estos dos siglos. En definitiva, grupos o castas al margen de la ley.

Necesitamos con urgencia un país sostenible, con estrategias de Estado, manejado por las mejores personas y mentes de nuestra Patria. Los discursos y la ideología no son suficientes para ordenar y gestionar un país. El desorden y la impunidad de la ausencia de instituciones y leyes, nos retroceden a las cavernas de la miseria y la pobreza. Condenando a las nuevas generaciones a la politiquería callejera, ignorante y brutal, donde el más maleante y pendejo se adueña de las circunstancias y las coyunturas políticas.

Ojalá el Bicentenario sea una pequeña oportunidad más, para tomar consciencia de nuevos consensos sociales, con nueva gente, y dibujar por fin un país sostenible, por fin soberano, por fin al menos con Estado moderno. Por fin con estrategias de Estado. En fin, en fin.

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