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Carlos Hugo Laruta
19/10/2015 - 10:44

Madre Tierra, un discurso vacío

Fue una característica central del discurso del presidente Evo Morales y los ministros, cancilleres, diputados y senadores del MAS. Incluso, en su momento de mayor énfasis discursivo, se aprobó una Ley de la Madre Tierra, ley marco fuertemente comprometida en apariencia con la defensa de la naturaleza.

Terminó hace poco la II Cumbre por la Madre Tierra en Tiquipaya, Cochabamba. Organizada por el Gobierno nacional, el evento nuevamente se convirtió –como el anterior- en un show donde desfilaron Presidentes y líderes sociales que en el discurso señalaron su compromiso con la Madre Tierra.

Desde la instalación de su Gobierno en 2006 y a lo largo de sus mas de 10 años de Gobierno, el discurso central del indigenismo plurinacional que enarboló el Gobierno nacional, se asentó en la idea del respeto a la Madre Tierra, respeto que hallaba distintas expresiones ya sea en una espiritualidad cósmica o en la reiterada insistencia en responsabilizar a los países desarrollados por  la destrucción de la naturaleza y sus efectos consiguientes como el cambio climático.

Fue una característica central del discurso del presidente Evo Morales y los ministros, cancilleres, diputados y senadores del MAS. Incluso, en su momento de mayor énfasis discursivo, se aprobó una Ley de la Madre Tierra, ley marco fuertemente comprometida en apariencia con la defensa de la naturaleza.

Pero eso solo fue retórica y discurso.

En la práctica, la gestión del Gobierno del MAS en sus 3 periodos, a lo largo de toda sus gestión, es exactamente lo contrario de lo que dice sus discurso.

Dos hechos taxativos lo confirman.

Uno, el que los derechos de los pueblos indígenas, cuyas Tierras Comunitarias de Origen (TCOs) se encuentran en áreas protegidas y reservas naturales, terminaron siendo flagrantemente violados por la “razón de Estado” que busca construir una carretera por el corazón de la última reserva natural de bosque tropical húmedo de envergadura que tiene Bolivia, es decir el TIPNIS. Aquí, de nada valieron ni el reconocimiento constitucional, ni los derechos reconocidos en instrumentos internacionales como el Convenio 169 de la OIT o la Declaración de la ONU sobre los derechos de los pueblos indígenas. La consulta “previa, libre, informada y de buena fe” que establecen dichos instrumentos simplemente fue pasada por alto y ya.

Dos, la recientemente aprobada ley que amplía las posibilidades de exploración y explotación hidrocarburífera (en su búsqueda fanática de gas o petróleo para exportar) en Áreas Protegidas que asimismo están resguardadas por la Ley Nacional. Con eso, el gobierno termino de dotarse de facultades -a nombre de su razón de Estado o de los supuestos derechos del pueblo boliviano-para violar los verdaderos otros derechos de los bolivianos también establecidos en la Constitución como son el derecho al agua y a un ambiente sano para vivir.

La práctica real de la gestión de gobierno se contradice, entonces, completamente con el discurso de protección de la Madre Tierra.

Por ello, queda claro que hoy, a 2015, ese discurso es solo una pose internacional para engatusar extranjeros incautos y atacar a los países desarrollados y culpabilizarlos de todo lo referido al cambio climático, sin asumir como Estado boliviano (y Gobierno boliviano) la responsabilidad que le corresponde no en los efectos de un industrialismo contaminador a ultranza,  pero si en la deforestación irresponsable de bosque y en la contaminación minera e hidrocarburífera. Pero eso sí, el discurso de Tiquipaya II fue útil para atacar al capitalismo, al imperialismo, etc., y lavarse las manos en las responsabilidades internas.

Y en realidad, además de lavarse las manos, la mentalidad extractivista y pragmática del Gobierno ha vencido todo lo que podía contener su discurso. Al propio Gobierno le interesa encontrar por todo lado petróleo, gas, oro, minerales, y esto se ha convertido en razón central, en esencia del Gobierno de Evo Morales, pues con ello recibe, por su venta, rápidamente dinero que luego convierte en los caprichos presidenciales como las canchitas de césped sintético por centenares, los aeropuertos caros en lugares donde no habrá ni siquiera vuelos regulares los siguientes 10 años, o en estadios en lugares donde no hay asistentes, o en empresas públicas que han empezado a cerrarse gradualmente por ineficiencia.

Este es el discurso falso de protección de la Madre Tierra, falso porque sostiene el despilfarro y la campaña electoral eterna del Gobierno actual.

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