Blog de Javier Claure

La barbarie ocasiona las guerras, Svetlana Aleksijevitj en Rinkeby

Svetlana Aleksijevitj, ganadora del Premio Nobel de Literatura 2015, fue agasajada el 9 de diciembre del año pasado en la Biblioteca de Rinkeby (Estocolmo). Llegó al lugar alrededor de las 10:30 de la mañana en compañía de su traductora, y entre aplausos se acomodó frente a un pequeño escenario. Los alumnos del Colegio multicultural de Rinkeby la recibieron, primero, dándole la bienvenida en diferentes idiomas. Luego, como es tradicional, entraron niños y niñas vestidos de blanco, con una vela en las manos, formando una fila de dos en dos, y entonando cantos populares navideños. Los alumnos que trabajaron varios meses en el proyecto relacionado con el Premio Nobel, leyeron dos obras de Aleksijevitj: "Los últimos testigos", una novela que trata de la supervivencia, la muerte, pero también de niños y niñas adolescentes que cayeron bajo las garras de la Segunda Guerra Mundial. La otra novela que estudiaron fue "Los chicos de latón", en la que se describe las peripecias de más de un millón de jóvenes rusos que participaron en la guerra contra Afganistán a finales de la década de los 80. Muchos de ellos murieron y fueron enterrados en ataúdes de latón.

Con todo ese conocimiento y con ayuda de dibujos y un folleto, los alumnos explicaron, a grandes rasgos, la vida de Alfred Nobel. Uno de ellos dijo: "Alfred Nobel nació en 1833, era pobre. Su madre vendía verduras en una plaza para mantener a sus tres hijos. Después de cuatro años su padre les envió los pasajes para que se fueran a Rusia. Allí se hicieron ricos. Alfred se enamoró de Sofie Hess, una bella mujer que estaba junto a él por interés; se aprovechaba de su dinero". Otra alumna, Guleed Warsame, continuó dirigiéndose a Aleksijevitj: "he leído algunos de tus cuentos, son interesantes pero también aterradores. Casi todos los textos hacen alusión a niños y niñas que tratan de sobrevivir, a pesar de que sus padres han muerto. ¿Cómo puede ocurrir semejante situación en este mundo? ¿Cómo piensan los que matan a niños y niñas? ¿Por qué no podemos vivir en paz?". Al final del acto Aleksijevitj recibió un retrato de su persona hecho por Sumeya Babasharif.

La galardonada del Premio Nobel tomó la palabra y emocionada pronunció: "Muchas gracias por todo lo que han hecho. Me gusta hablar con los niños y la juventud. Les agradezco porque en sus pequeños corazones existe un lugar para ese dolor que yo escribo en mis libros. Muy lejos de las fronteras de Suecia hay guerras hoy en día. Los seres humanos no estamos hechos para matarnos. Es la barbarie que ocasiona las guerras".

También inculcó a los alumnos a estudiar con ahínco y a luchar en la vida para conseguir los objetivos trazados. Gabriel Jovanovich, uno de los alumnos del proyecto que leyó algunos cuentos de Aleksijevitj, me contó que estaba impresionado por el sufrimiento y el trato que recibieron los niños durante la Segunda Guerra Mundial. De la misma manera, Raya Mustafa, manifestó que fue terrible lo que leyó, y que Svetlana Aleksijevitj tuvo coraje para escribir esas historias. No cabe dudas que los textos de Aleksijevitj impactaron a los alumnos de Rinkeby, porque lo que escribe en sus libros es llanto, sufrimiento y desesperación. Nadie más que ella tuvo la gran sensibilidad de recolectar testimonios y transcribirlos en papel. Deja correr esas voces con tonos de dolor para tocar los corazones de sus lectores. Así, una vez más, la Biblioteca de Rinkeby se convirtió en un auditorio en donde los niños y niñas pudieron conversar con la autora de "Voces de Chernóbil".

Svetlana Aleksijevitj en Rinkeby
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Svetlana Aleksijevitj habla del “hombre rojo"

La ganadora del Premio Nobel de Literatura 2015, la escritora y periodista bielorusa Svetlana Aleksijevitj, dio su discurso el lunes 7 de este mes a las 17:30 (hora sueca). Era una tarde fría y oscura típica del invierno estocolmense, soplaba el viento algo fuerte. Y entre las callejuelas de la ciudad vieja alrededor del majestuoso edificio de la Bolsa, donde se encuentra la Academia Sueca, se percibía un ambiente navideño.

Llegué al local media hora antes para coger un buen puesto. A unos 30 metros del recinto habían dos vehiculos policiales. Me acerqué a la puerta de entrada, me identifiqué y subi las gradas hacia la guardarropía. Me saqué la chaqueta e inmediatamente me advirtieron que no podía entrar con el pequeño maletín de cuero que llevaba. Ya van muchísimos años que asisto a este solemne acto, y nunca ocurrió algo parecido anteriormente. En fin, saqué el contenido del maletín: mi cámara fotográfica, un cuaderno y un bolígrafo. Y me marché al famoso salón, en donde un nutrido público esperaba a la galardonada con el Premio. Me instalé en un lugar relativamente cerca de la tarima, ahí sentado conversaba con un amigo. De pronto entraron los miembros de la Academia Sueca, se sentaron en sus respectivas sillas y un silencio absoluto se apoderó del salón. Sara Danius, la flamante secretaria de la Academia, se dirigió hacia la tarima, y desde allí dijo: “Señoras y señores, bienvenidos a la Academia Sueca. Hace exactamente dos meses, en este salón, se reunieron muchos periodistas para saber quién iba a ganar el Premio Nobel de Literatura. Ese día cuando mencioné la palabra Bielorusia, muchos aplaudieron y exclamaron de felicidad. Deseaban saber más sobre Svetlana Aleksijevitj, y me preguntaban muchas cosas. Al cabo de casi tres horas, cuando terminó el acto, me di cuenta que esas preguntas involucraban, de alguna manera, al hombre rojo y a las subidas y caídas del hombre soviético. El imperio del hombre rojo se ha terminado. El gran experimento, que duró siete décadas, se fue al tacho. Y el hombre rojo se ha sustituido, gradualmente, con otro hombre que aún no sabemos como se llama. Aleksijevitj ha conversado con muchas personas para escuchar sus historias. Se trata de gente que no hubiera existido en la historia, si Aleksijevitj no hubiera escrito sobre ellos, sobre esas mujeres que lucharon en la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué sabíamos de ellas?”. Y así continuó Danius durante unos 20 minutos. En realidad, me sorprendió un poco esa larga introducción, ya que los anteriores secretarios no hablaban más de 10 minutos.

Cuando Aleksijevitj tomó posición en el lugar indicado, empezó su discurso en ruso diciendo: “No estoy sola en esta tarima. A mi alrededor hay voces, cientos de voces que siempre están conmigo desde mi niñez. Yo vivía en una aldea y, a nosotros los niños, nos gustaba jugar, pero en las tardes nos jalaban como con un imán hacia los sillones donde estaban sentadas las viejas cansadas, y se reunían cerca de sus casas o cabañas. Ninguna de ellas tenía marido, padre o hermanos. No habían hombres en la aldea después de la guerra, me acuerdo bien”.

El público trataba de seguirla leyendo el folleto que habían repartido al principio, pero me di cuenta que mucha gente eligió escuchar las palabras que salían de su boca. El discurso de Aleksijevitj estaba compuesto de diferentes partes: voces que narran historias, las experiencias y entrevistas que hizo entre los años 1980-1985 y 1989-1997.

La primera voz que se manifiesta es un soldado que, en plena guerra, pide la mano a una mujer que también luchaba en la guerra y que, en cierto modo, se había olvidado de ser mujer. Cuando conversa con su admirador le dice: “... primero tienes que hacerme mujer, regalarme flores, decirme palabras cariñosas y cuando toques las fibras de mi ser, haré coser un vestido de novia”.

La segunda voz se trata de Chernóbil. Una mujer cuenta: "vivíamos cerca del reactor nuclear en Chernóbil, allí trabajaba como panadera. Mi esposo era bombero, y recién nos habíamos casado. Acostumbrabamos a pasear de la mano. Justo ese día que explotó el reactor, mi esposo estaba trabajano de turno en la estación de bomberos. Y cuando tocó la alarma, partieron allí los que estaban de turno. Se fueron en camisas y con ropa normal y corriente. Toda la noche trabajaron tratando de apagar el incendio. Y con esas dosis de radiactividad a la que fueron expuestos, no se puede sobrevivir. Al día siguiente por la mañana los enviaron, en avión, a Moscú. Yo viajé para visitarlo, y cuando estaba en el hospital me dijeron que se encontraba en una caja especial. Me preguntaron ¿Qué vas hacer allí? Lo amo, les dije. Ya no es una persona a la que se puede amar, me contestaron”.

La tercera voz describe a un niño que mató a un alemán cuando tenía 10 años: "... aquel alemán estaba echado en el suelo herido. Me habían dicho que le quite la pistola. Entonces corrí hacia él, pero el alemán cogió la pistola con las dos manos y apuntó contra mi rostro. Pero no fue él, que alcanzó primero, fui yo. No me asusté de heberlo matado".

La escritora bielorusa habló de una manera contundente, y creo que ante sus palabras todos quedan consternados. Cuando por ejemplo dice: "´... he vivído en un país, en donde desde que eramos pequeños nos enseñaron a matar. Nos decían, el hombre existe para arder y para sacrificarse. Crecimos entre verdugos y víctimas. Nuestros padres vivían con temor, por eso no nos contaban todo. Hace 20 años depedimos al imperio rojo con maldiciones y lágrimas. Hoy tenemos una nueva generación que tiene otra visión del mundo, pero muchos jovenes leen nuevamente a Marx y a Lenin. No existe el imperio rojo, pero el hombre rojo aún está presente. Hay muchos idealistas y románticos. Hoy en día, a esos, se los llama: románticos de la esclavitud o esclavos de la utopia. La gente quiso establecer el reino de los cielos en la Tierra, el paraíso terrenal. Y al final sólo quedó un mar de sangre y millones de vidas destrozadas por nada".

Sin lugar a dudas que la autora de “La guerra no tiene nombre de mujer”, ha sabido escuchar historias que le han perseguido durante 40 años. De ese modo se convirtió en la voz de los sin voces. Son precisamente esas voces clamorosas las que le sirvieron para incursionar en una literatura de no ficción, creando así un nuevo género literario. El sufrimiento, el desamor, la muerte, la lucha de los soldados y de las mujeres rusas en la Segunda Guerra Mundial, la exploción nuclear en Chernóbil, la guerra de Afganistán y las vivencias en el comunismo soviético son temáticas de mucha importancia en su obra. Svetlana Aleksijevitj es una mujer de mucho coraje, porque escribe y habla sobre acontecimientos que muchos desearían enterrarlos bajo mil metros. Después de haber conocido que el Premio Nobel de Literatura recayó en su persona, la entrevistaron en Minsk, capital de Bielorusia, en donde dijo: “... respeto el mundo ruso de la literatura y la ciencia, pero no el mundo ruso de Stalin y de Putin”. Palabras de mucha valentía, tomando en cuenta el destino que sufrió la periodista rusa Anna Politkóvskaya. Como buena conocedora de la verdad, es una voz crítica ante los sistemas totalitarios. Quizá por eso fue acosada por el régimen del presidente bielorruso, Aleksander Lukashenko.También fue culpada por mostrar a la antigua Unión Soviética de una manera “poco heroica”. Pero muy lejos de todo tipo de acusaciones, sus libros son de denuncia por encima del poder. Son libros que forman parte de un gran mural, en donde cada centímetro cuadrado está cubierto por historias verídicas que sacan lágrimas a cualquier ser humano.

Palabras de fuego
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La Biblioteca Nobel

La Biblioteca Nobel de la Academia Sueca se fundó en 1901, en los locales de la Confederación de Sindicatos Suecos (LO). Karl Warburg, fue el primer bibliotecario en establecer contactos con diferentes editoriales tanto a nivel nacional como internacional. Visitó las bibliotecas más grandes de Europa, y asistió al Congreso Mundial de Bibliotecas en Paris. Así pudo empaparse de ideas para mejorar la estructura de la Biblioteca en Estocolmo. Gracias a sus contactos se fueron  adquiriendo libros, revistas literarias, enciclopedias, bibliografías, diccionarios, etc.

En 1902, para poner un ejemplo, se adquirió 1237 libros; de los cuales unos 100 eran obsequios de organizaciones. Cinco años más tarde se registraron 31000 libros 20 % en inglés, 15 % en francés, 9 % en ruso, 8 % en italiano, 0,7 % en portugues y 0,4 % en idiomas orientales. Los libros se catalogaban a mano y por idioma. Además, se creaban ficheros alfabéticos con una descripción minuciosa de cada libro. De esta manera se identificaba el material disponible. Con el paso del tiempo, la adquisición anual de libros y el material relacionado con la Biblioteca se incrementó considerablemente. Esta disposición cambió el espacio necesario y el recinto quedó muy pequeño. Quizá previniendo esta situación, en 1914, la Academia firmó un acuerdo, con la comuna de Estocolmo, para obtener un enorme local en el espléndido edificio de la Bolsa construido en el siglo XVII. Edificio que, además, alberga al Museo Nobel y la Sede de la Academia en pleno centro de Estocolmo en la ciudad vieja (Gamla Stan). Y que fue inaugurado por el rey Gustavo III en 1776.

Desde el 1921; la Biblioteca Nobel, patrocinada por la Academia Sueca y la Fundación Nobel, se luce en el segundo piso de dicho inmueble. Visitar esta casa de estudios es como retroceder las agujas del reloj, pero al mismo tiempo es enterarse de muchas cosas que pasan en el mundo actual en cuanto a literatura se refiere. A medida que uno va subiendo por las gradas de piedra, se siente un olor a Nobel. Y cuando se llega a destino, a mano izquierda, está la oficina de Sara Danius, secretaria de la Academia. A un par de metros al frente se encuentra la Biblioteca Nobel. Una pequeña, pero muy acogedora recepción está al servicio del público. Y entre archivos, pequeños cajones y anaqueles se muestran revistas, investigaciones lingüísticas y literarias, periódicos, documentos, libros en diferentes idiomas y artículos sobre críticas lierarias. En uno de los costados, digamos como un corredor de unos 40 metros de largo y cinco metros de altura, se almacenan libros; y en la parte superior hay fotos de todas las personas que han recibido el Premio Nobel de Literatura. También existe una sala con una mesa larga en donde se exiben flamantes libros recién adquiridos. Hoy por hoy, todos los libros están catalogados en forma digital, pero muchos artículos están registrados en ficheros.

Los miembros de la Academia suelen reunirse, cada jueves por la tarde, en un cuarto privado para hablar, quizá, sobre las obras de escritores candidatos al Premio Nobel. En este grupo de gente se domina 12 idiomas, y muchos de ellos leen obras en el idioma original. En resumidas cuentas, la Biblioteca reune literatura de todos los rincones del mundo y se ha especializado en literatura moderna. Actualmente disponde de 200 000 volúmenes, y en este sentido es la más grande entre los países nórdicos. El principal objetivo es proveer a la Academia, de forma imparcial, con todo el material necesario para la elección del Premio Nobel de Literatura de cada año. Pero también es una Biblioteca que proporciona material a investigadores, a estudiantes y a otras Bibliotecas dentro de Suecia y de Europa.

Palabras de fuego
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Poemas de Javier Claure

                              Poemas de Javier Claure C. *

                                PERTENENCIA QUECHUA

                                 ¿Rendirme yo? ¡Que se rinda su abulela,carajo!
                                                                             Eduardo Abaroa

 

            Aquí nació
            la hija predilecta de Simón Bolívar
            salitre, algas y arena era su cuerpo
            dos faros de alto quilate su diadema
            y los muelles sus extremidades

            Aquí hilaron
            las aves un manto de vicuña
            el Illimani escuchó el gemido de las olas
            y las bautizó con quenas
            con tarkas y charangos

            Aquí brotó
            el cobre, el oro y la plata
            variedades de moluscos y peces
            las gaviotas volaron de norte a sud
            y la espuma jugaba con las rocas

            Aquí trabajaron
            hombres con rústicas herramientas
            con overoles de bayeta
            hasta que llegaron los extranjeros
            y la riqueza se convirtió en la vía dolorosa

            Aquí flameó
            la tricolor en las montañas y en el agua
            el fulgor del rojo encendió la sangre de Abaroa
            el amarillo cubrió las ricas tierras
            y el verde fue la frontera en el desierto

            Aquí confundieron
            civilización con poderío
            se implantó una norma rapiña
            Inglaterra detrás del invasor
            y a cargar con todo por la fuerza

            Aquí tejió
            el enemigo la telaraña de la crimen
            entre pistoleros y capitanes
            sin memoria, sin historia
            y muy poca noción de la naturaleza

         Aquí destruyeron
         la Confederación Bolivariana
         Portales, su ejército y los tiranos  
         se aferraron a lo ajeno
         y obedecieron a la Bolsa londinense

         Aquí sembraron
         metralletas y minas antipersona en el límite
         el Pacífico se convirtió en una contienda
         en saqueos
         y allanamientos

         Aquí usurparon
         el Litoral hace más de un siglo
         y desde entonces sangra una arteria
         en el Cono Sur de América
         eterna herida abierta en el Continente

         Aquí bramó
         el viento y las sirenas por la injusta invasión
         Genoveva Ríos fue la niña héroe de la bandera
         Juancito Pinto redobló los tambores a corta edad
         y los Colorados defendieron la Patria

            Aquí instalaron
            aparatos, locomotoras a vapor
            y el nefasto tratado de ultramar
            jamás trajo consigo
            ni paz, ni amistad.

 

                                        ODIO Y SUEÑO

 

Sueño despertar un día
como un peregrino en busca del lugar
donde los enfermos, los huérfanos y los explotados
tengan un brillante en su cabecera
donde las mujeres no sean el blanco de los hombres
y la bandera de mi país
sea la bandera de todo el mundo

Odio el cobre asesino
porque armó a un ejército bárbaro y sangriento
ofuscado en pleno siglo XXI
irreversible en su prepotente discurso
ahorcando a la razón
para ser hermana gemela de la violencia

Sueño con un comedor
allí, donde todos rían juntos
lado a lado cada cual con su criterio
frente a frente cada cual con su rumbo
allí, donde todo lo que no es rubí; es poesía
y los planteamientos sean también del prójimo

Odio ver a la sensibilidad
postrada frente a un fusil
indefensa y sin visión
como una perra a la deriva en los muladares
o como una niebla oscura
que no deja llegar adelante

Sueño con una romana
que guarde la proporción de las medidas
y no sea solamente entre sillas y mesas
sino también entre desposeídos y glotones
será a partir de este hecho
que tú, seas verdaderamente tú

Odio la transmisión del mando
a ministros con olfato de buitre
sumidos en lo ilícito y las apariencias
unos que se oponen a la Constitución del Estado
otros que quieren seguir con el despojo
mientras los terceros nada dicen
 

Sueño con el verbo amar
porque tiene principio pero no fin

 

Odio la soberbia, la deshonestidad y la traición
porque son como reptiles camuflados
que atacan con astucia
como cuando alguien quiere incrustar
una navaja en la nuca
araña alevosa que sale de su trágico nido

Sueño ver los cañones
los barcos y los aviones de guerra
fundidos en una masa voluble
y así levantar viviendas, una central eléctrica
fabricar rodamientos, tornillos
y tuercas de cuatro esquinas.

 

 

                      POR EJEMPLO  ¿POR QUÉ?

 

¿Por qué la pugna continental?
por más que quieran, no pueden
por el hechizo que circula como pelota
por la lucha del alacrán con el ratón
por ejemplo, el verbo que salta en el mosaico
por Olof Palme doblan las campanas

          ¿Por qué esos ataques de furia?
          por la eternidad de la caricia
            por los que no mataron al Che
            por muchos ataúdes, los tanques sucios del coronel
            por ejemplo, un cohete saliendo de la Prefectura
            por la perfección del hombre

            ¿Por qué creen tener la verdad absoluta?
            por el gallo que canta en la punta de un cerro
            por la alegría en Banjul
            por cejas y narices
            por ejemplo, el desconcierto que abraza un sepulcro
            por el viaje de Evo a la Haya

          ¿Por qué ese concepto medieval?
            por nada compren naranjas Jaffa
            por el baño María con la Fatou
            por el contrapeso a Nueva York
            por ejemplo, un clavel entre los dientes
            por las matemáticas

¿Por qué tanta discordia en esta época? 
por los actos que no causan paludismo
por la rotación del azúcar en el té
por suerte no hay terremotos
por ejemplo, el rugido incontenible ante el atropello
por mi hija, por ellas y por mi

¿Por qué esa disertación putrefacta?
por el pecado original
por la falsa escultura a la Libertad
por la cárcel a los estafadores del Estado
por ejemplo, cortar lo destructivo desde la cepa
por los bichos que cantan en francés

¿Por qué no se hace su voluntad?

 

* Del poemario, "Réquiem por un mundo desfallecido", publicado en Estocomo, diciembre de 2014.

Palabras de fuego
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Carlos Decker habla de su novela "Tomasa"

A finales del mes pasado, Carlos Decker Molina, periodista y escritor boliviano, habló, de su última novela "Tomasa", en el Instituto Cervantes de Estocolmo. Håkan Forsberg y Erik Oller Westerberg, periodistas también, participaron en el panel de discusión. La novela fue elegida finalista en el Premio Internacional de Novela Kipus 2014, organizado por el Grupo Editorial "Kipus" de la ciudad de Cochabamba (Bolivia).

A grandes rasgos, se trata de una novela con un profundo contenido social que se desarrolla, principalmente, entre Suecia y Bolivia. Gualberto Paniagua Mamani, el protagonista de la novela, es un boliviano de origen campesino que llega a Suecia como refugiado político. Había sido perseguido y torturado en su país de origen. Con el pasar del tiempo estudia, y logra recibirse como ingeniero cibernético. Es divorciado, vive en un ático en el centro de Estocolmo pero los fantasmas que le persiguen, de Bolivia y los de Suecia, hacen un cortocircuito; y cae en una depresión abismal. Además, atraviesa una crisis de identidad. No sabe quién es él mismo, y en sus pesadillas, a menudo, ve a su madre e intenta hablar con ella. Un buen día recibe una llamada de Bolivia de un tal Fidel, quién le comunica ser hermano suyo. Gualberto queda atónito por la noticia y se suma un fantasma más en su vida. Luego pide a su amigo sueco periodista que viaje a Bolivia en busca de su madre, y para averiguar quién es ese supuesto hermano Fidel. Así lo hace, y llega a una Bolivia en donde el partido de Evo Morales, Movimiento al Socialismo (MAS), está en plena campaña elctoral.

Decker Molina respondió a preguntas en torno a esta historia. Manifestó que es una novela sobre el exilio que tiene una transpolación a la reciente historia boliviana. Y esta realidad sirvió como una metáfora para los personajes que circulan por las páginas de su libro. Respondiendo a la pregunta sobre el proceso de integración en Suecia, dijo: "para mi la integración es un viaje de ida y vuelta. Es decir, uno puede integrarse, si le permiten integrarse, y permitir integrarse es conocer el idioma, conocer un poco la literatuta, la múscia y las tradiciones del país acogedor". Y para clarificar esta idea, se valió de una metáfora, con un vaso de agua y un terrón de azúcar, utilizada  por el sociólogo norteamericano Norman Denzin que hace una diferencia entre lo que es la integración y la asimilación. La asimilación, dice Denzin, es tirar el terrón de azúcar en el vaso de agua, el azúcar desaparece y el agua se endulza un poco. Esa es la asimilación. Muchos extranjeros en Suecia, a quienes yo respeto mucho, se han asimilado, incluso olvidándose su lengua materna. En tanto que la integración es la conservación de diferentes sabores en un mismo vaso. Vamos a poner un ejemplo: en el cubalibre tenemos la Coca-Cola, tenemos el ron y unas gotas de limón. Y cuando uno bebe un cubalibre siente todos los sabores. Eso es la integración.

En la novela existen algunas mujeres que, de una u otra manera; a veces implícitamente, tratan de ayudar al problema existencial de Gualberto. Cuando Decker Molina se refiere a las mujeres de su novela; enaltece, en general, el rol de la mujer en la sociedad. La mujer es la figura de la fortaleza. Además, mis mujeres en la novela ocupan un papel importante. La mujer es la primera que se integra en el exilio, es la primera que comprende que hay que aprender el idioma, es la primera que comprende que hay que salir a trabajar y que este país te brinda oportunidades. La mujer es más práctica. A veces las mujeres eran las que determinaban los quiebres. El hombre, en cambio, es igual que el personaje de Bertolt Brecht en el poema "Meditaciones sobre la duración del exilio": No pongas ningún clavo en la pared/ tira sobre una silla tu chaqueta/ ¿Vale la pena preocuparse para cuatro días?/ Mañana volverás/ No te molestes en regar el arbolito/ ¿Para qué vas a plantar otro árbol?/ Antes de que llegue a la altura de un escalón/ alegre partirás de aquí/ Cálate el gorro si te cruzas con gente/ ¿Para qué hojear una gramática extranjera?/ La noticia que te llame a tu casa/ vendrá escrita en idioma conocido... Eso era el hombre en el exilio, la mujer no.

El autor de "Tomasa" también hizo una comparación hipotética en ubicarlo a Gualberto en otro país. Por ejemplo en España o en México. Expresó que, en este caso, no hubiera sido la misma novela, porque las condiciones en España u otro país son diferentes a las de Suecia. Si Gualberto se hubiese desarrollado en un país de habla hispana, se hubiera comunicado con la gente con más facilidad que en Suecia. Seguramente no hubiera sido un número personal (cada persona en Suecia está registrada con un número personal), pero tampoco hubiera hecho una carrera; porque las ventajas que ofrece Suecia probablemente no existen en otros paises.

En fin, la novela es, sin duda alguna, una metáfora del exilio; en donde Gualberto traza la geometría de su destino en Suecia, infierno y paraíso, que lo acoge como refugiado político. Es profesional, lee los periódicos suecos, vive en un departamento céntrico, vota en las elecciones, nunca lanza piropos a las mujeres, no habla con desconocidos y solamente dice "hola" a sus vecinos. En realidad, Gualberto vive en soledad en medio de un mar de gente sin poder comunicarse como él quisiera, porque las estructuras de lo cotidiano le ponen un cerco. ¿De qué le sirve a Gualberto sus bienes materiales? cuando en el fondo no ha resuelto su propia identidad. ¿De qué le sirven sus amistades de trabajo? cuando solamente ellos, y la sociedad, lo identifican con un número personal: 53.08.02-9159, y ni siquiera lo visitan cuando cae enfermo, o caundo tiene tremendas depresiones y se hunde en su dolor. Camina por las calles de Estocolmo, como cualquier otro ciudadano, pero nadie sabe que en sus adentros, este extranjero educado en una universidad sueca, lleva la pesadumbre de su existir. Carga las cruces pesadas de su país de origen, pero también las cruces macizas de la experiencia dolorosa del exilio.

 

Letras de fuego
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100 mil poetas por el cambio

El sábado 26 de septiembre, se llevó a cabo una velada cultural en los salones de la Asociación Educativa de Trabajadores (ABF) de Upplands Väsby, situado a unos 25 km al norte del Centro de Estocolmo. La “Asociación Cultural Raíces” convocó a un puñado de poetas, y a Maureen Prussing, guitarrista cantante que interpretó canciones de Violeta Parra y del grupo chileno “Los Jaivas”.  Karin Johansson, coordinadora del evento, habló, a grandes rasgos, sobre el propósito de dicha organización, y dijo que está orientada a difundir la cultura en general. Seguidamente Vetto Crespo, uno de los organizadores del evento, dio la bienvenida al público y a los participantes.

El poeta Mario Castro leyó una carta envíada por Julio Pavanetti, Presidente del Liceo Poético de Benidorm de España, agrupación que organiza cada año, junto con el Movimiento Poético Mundial (World Poetry Movement), el Festival “100 mil poetas por el cambio” en todas partes de mundo. Un párrafo de la misiva dice así: “... Son ya muchos años insistiendo en que la Paz y la Poesía son fuentes inagotables, años en que cada intento parece condenado al extravío porque las guerras siguen y los cambios para peor avanzan irremediablemente. Pero somos testarudos y apostamos a la vida, y en ella todo es ritmo, movimiento, ideas de luz abriéndose camino en la espesura. Nosotros tenemos la certeza de que la Paz es la principal utopía a ser alcanzada por esta generación, y la poesía es un buen camino para alcanzarla. Muchos años se han necesitado para demostrar que el mejor poema lo escribimos cada día, con cada gesto de humanidad que nos permite convertir a la poesía en acción Universal por la Paz”.

Los poetas participantes hablaron de su trayectoria en el ámbito literario. Carlos Albero Muñoz (Chile) leyó dos poemas titulados “Imagen de mi padre” y “El poeta impasible”. Vetto Crespo (Ecuador) dio lectura a poemas del poeta español Pedro Casaldáliga y del poeta chileno Enrique Durand. Mario Castro (Chile) leyó tres poemas: “El mármol”, “Nómadas”  y “De vez en cuando me acuerdo”. Por su parte, Javier Claure (Bolivia), leyó dos poemas: “La Palliri” y “Palestina crucificada” que pertenecen a su último poemario, “Réquiem por un mundo desfallecido”, publicado en Estocolmo en diciembre de 2014.

100 mil poetas por el cambio, es un acontecimiento que sale a luz, con mucha intensidad, el último sábado del mes de septiembre de cada año. El objetivo es proponer un cambio en este mundo esquizofrénico. Hoy en día, basta hojear un periódico para darnos cuenta que en el Planeta Tierra existen una serie de problemas. Hay conflictos sociales, racismo, guerras, hambre, neoliberalismo, xenofobia, violación a los Derechos Humanos, gente que escapa de las guerras etc, etc.

En realidad, todas las sociedades han sido conflictivas durante la historia de la humanidad. De lo que se trata es cómo, nosotros en calidad de seres humanos pensantes, vamos a realizar  la transición hacia una sociedad más justa y más perfecta de la que estamos viviendo.  La cosa no es muy sensilla. Hay muchas variables complejas naturalmente. Algunas de esas variables que siempre han tenido un carácter conflictivo son, por ejemplo, el dinero y el poder. En las sociedades tradicionales, la acción técnica no era orientada, digamos, a crear desigualdad entre sus miembros. Más bien estaban guiados por la religión, y se apreciaban los buenos modales. Pero cuando esa acción sobrepasa las fronteras de la legalidad, através de los medios de productividad, y, además, crea injusticia y desigualdad, entonces nos encontramos frente a una sociedad moderna, en donde la opresión institucionalizada se manifiesta de las clases más poderosas sobre otras débiles. En las sociedades modernas, la tecnología ha influido enormemente en la vida de los seres humanos, y ha tenido, en cierto grado, un impacto negativo en algunos aspectos. Los valores éticos y morales se van deslizando por senderos desconocidos anteriormente. En este contexto, el sociologo y filósofo alemán Jurgen Habermas, critica la relación entre la acción técnica y la acción comunicativa de las sociedades modernas.

Hoy más que nunca debemos comunicarnos para contrarrestar todas las maldades que aquejan a la sociedad. Entonces, talvez sería bueno que todos aporten con un granito de arena. Es decir, poetas, escritores, artistas, movimientos sociales y toda persona que quiere un cambio en lo político y en lo social. Así de esta manera, quizá, se logre remover, en sentido positivo, las consciencias de personas influyentes en las sociedades del mundo. El poeta español, Gabriel Celaya, solía decir que la “Poesía es un arma cargada de futuro”. Ahí apuntan los 100 mil poetas por el cambio.

 

Palabras de fuego
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Patrick Modiano, un niño de la Guerra

El siete de diciembre del año pasado a las 17:30, como de costumbre, el Premio Nobel de Literatura, Patrick Modiano, dio un contundente discurso en el salón de la Bolsa de la Academia Sueca. Llegué al lugar unos 30 minutos antes de la hora indicada, y no cabía un alfiler en la sala. La televisión sueca estaba lista para transmitir la ceremonia. Periodistas y fotógrafos, de todo el mundo, también esperaban con ansias al laureado. Se escuchaban voces, y algunos asistentes aprovechaban para sacar fotos al hermoso salón dorado con estatuas blancas y  arañas de cristal que cuelgan desde un techo alto. De pronto se abrió una puerta lateral y el galardonado junto al secretario permanente de la Academia Sueca, Peter Englund, salieron a la sala. Los aplausos empezaron uno detrás de otro. Luego reinó un silencio absoluto en el recinto. Englund dio la bienvenida al laureado y dijo: “El olvido es un fenómeno complejo en la memoria. Necesitamos olvidar para inundar algunas cosas en la vida con lo cotidiano. Modiano describe en una de sus novelas una ventana iluminada que da la impresión de estar situada en otra vida, o que alguien está esperando un diálogo”.

Modiano, que según  la gente que lo conoce es extremadamente tímido, se dirigió hacia la tarima desde donde pronunció su disertación, en francés, frente a los miembros de la Academia. Empezó diciendo: “Quiero decirles que estoy muy contento de estar con ustedes. Estoy conmovido porque me han otorgado el Premio Nobel de Literatura. Es la primera vez que hablo ante un público tan numeroso, y estoy temblando un poco. Quizá uno piensa que esta tarea es fácil para un novelista como yo. Pero si se utiliza estrictamente la distinción entre la palabra escrita y la palabra oral, entonces podemos decir que un novelista tiene más talento para  la palabra escrita... ”. El público seguía el discurso leyendo el compendio que habían repartido al principio. Modiano habló, entre otras cosas, de su niñez, de la importancia de la historia y de París cuando fue ocupado por los nazis. Y afirmó: “en aquellos tiempos París era una ciudad desierta, sin mucha gente ni autos por las calles. No había libertad. Uno corría el riesgo de ser denunciado por su vecino, por hablar cosas indebidas. A menudo se practicaba las razias policiales de los nazis. Por ejemplo cuando uno iba saliendo de la estación del Metro. En ese París ocupado y tenebroso, surgían relaciones amorosas temporales y las parejas no estaban seguras de volver a verse”. Es precisamente ese ambiente abrumador, de aquella temporada, que le ha perseguido para  plasmarlo en algunos de sus libros.

Se considera “un niño de la guerra”, porque como muchos otros niños, de esa época, nació de uno de esos romances. El novelista francés también habló de los misterios de la vida, de lo cotidiano y de esa luz que cada ser humano lleva en su universo interior. Considera que no se debe utilizar la fantasía para distorsionar la realidad. Dijo que escribir una novela es como manejar un coche en la oscuridad del invierno. El camino es resbaloso, la visibilidad es inexistente. Y el que escribe no tiene otra alternativa que seguir adelante. La neblina desaparece, poco a poco, y el camino se hace visible. Para Modiano, la neblina se convierte en iluminación que se refleja en sus libros, y el camino despejado lo condujo a buen puerto. Este autor de novelas como Dora Bruder, El lugar de la estrella, Un pedigrí, Villa triste; solo para citar algunas de sus obras, hablaba levantando la vista hacia el público de rato en rato. Se refirió a las cosas que le impresionaron cuando era niño y caminaba solo por las calles de París. O cuando dormía en la casa de sus amigos o familiares sin saber el por qué. Y añadió: “A un niño nada le sorprende, y las situaciones bizarras muchas veces le parecen normales”. En este contexto hizo alusión al famoso director y productor de cine, Alfred Hitchcock, diciendo que cuando tenía 5 años, su padre le había mandado a la casa de su amigo, un policía, para que le entregase una carta. Apenas le entregó la misiva, el policía lo encerró en un cuarto durante muchas horas. El niño llorando, tremendamente asustado esperaba, hora tras hora, para que lo deje en libertad. Y cuando lo liberó le dijo: “Ahora sabes lo que te espera si te portas mal en la vida”. Luego siguió su discurso, con voz firme, y recalcó que este incidente, probablemente, es el motor para que exista la psicosis y la tensión en sus películas. Todas las palabras, bien equilibradas, que salían de la boca del premiado; hipnotizaron al cuantioso público que se introdujo en los andares de Modiano. Es decir, en esa vida de un hombre que supo convertir sus vivencias, las relaciones familiares y entornos asfixiantes en un mosaico de palabras. En un momento determinado dijo: “No quiero aburrirles con mi propia historia, pero estoy seguro de que algunos episodios de mi vida, han funcionado como matrices para mis libros”. Después de pronunciar estas palabras, Modiano se olvidó decir “gracias” para poner fin a su discurso. Y todo el mundo permaneció callado, durante medio minuto, mirándose unos a otros. Finalmente, Peter Englund, secretario de la Academia Sueca, se acercó a la tarima; le dio la mano con una sonrisa como señal de agradecimiento. Y nuevamente los aplausos rompieron el silencio de la sala.

 

 

 

Palabras de fuego
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Personajes, entornos sociales y creatividad

El 27 de noviembre de 1895, Alfred Nobel, químico sueco inventor de la dinamita, firmó su testamento con lo cual dio luz verde para establecer el Premio más famoso del mundo. El testamento en sí no era producto de un acto impulsivo, sino más bien fue estudiado con minuciosidad y redactado de buena fe. Alfred Nobel nunca se casó, tampoco tuvo hijos y no quería que su fortuna recayese en las manos de sus familiares. Consideraba que cada persona debía ganarse la vida con el sudor de la frente. Falleció el 10 de diciembre de 1896 en San Remo (Italia). Veinte días después de su muerte se leyó el testamento en Estocolmo. El mensaje era claro: toda su fortuna debía ser destinada a un fondo de manera que los intereses, de ese cuantioso monto de dinero, se repartiesen entre personas que hubieran inventado algo para el bien de la humanidad en las disciplinas de la Medicina, de la Química y de la Física. La cesión de su riqueza, también hacía alusión a las personas que hubieran creado una Obra Literaria maestra llena de sensibilidad y amor. Además, designó un premio para las personas que trabajen intensamente por la Paz Mundial. El Premio Nobel de Economía no estaba incluido en el testamento. Fue instaurado, en 1968, por el Banco Nacional de Suecia (Sveriges Riksbank). Desde que se creó el Premio Nobel, en 1901, más de 850 personas han sido galardonadas. Y cuando se cumplieron los 100 años, en 2001, el Comité Nobel decidió festejar este evento con una gran exposición llamada “personajes, entornos sociales y creatividad”. Pero pronto surgió una inmensa incógnita: ¿Cómo presentar a tantos laureados? Después de muchas propuestas, finalmente llegaron a la conclusión de fundar un Museo, en honor a Alfred Nobel, en una hermosa mansión del siglo XVIII que está ubicada en la ciudad vieja de Estocolmo.

La vida de Nobel era triste y solitaria, a pesar de que tenía mucho dinero y casas en diferentes países de Europa. Tuvo un romance muy corto con una condesa y escritora austríaca, Bertha Kinsky. Al parecer se enamoró de Sofie Hess, una hermosa muchacha; también austríaca más joven que él, y con la que tuvo una larga relación. Nunca vivieron juntos, pero le compró una casa enorme de 15 cuartos en Viena. Cuando viajaba solía comprarle vestidos, joyas y sombreros. Empero, decidió no realizar un enlace matrimonial. Y paradójicamente solía decir: “… tengo miedo morir en soledad. Deseo una mujer, una familia a mí alrededor. He trabajado duro. Cuando estaba enfermo y en los momentos de infelicidad, el trabajo ha sido mi consuelo. Tengo muchas casas y dinero, pero no soy feliz”. Y así pasaba horas de horas en su laboratorio investigando. Tenía un admirable talento para inventar cosas, y registró 350 patentes diferentes. O sea, la creatividad era algo que estaba bien relacionado a su persona. Por lo tanto, en dos salas pequeñas del Museo Nobel, mediante cortometrajes, se hace hincapié a la creatividad. La idea es despertar en el público preguntas: ¿Qué es lo más importante en el proceso de la creatividad? ¿La creación individual, o el entorno social en el cual se realiza un trabajo? Para ilustrar esta disyuntiva se muestra la vida, y sus combinaciones, de 30 personas galardonadas con el Premio Nobel. Se observa, por ejemplo, episodios de la vida de Marie Curie, física y matemática polaca que recibió dos veces el Premio Nobel en las especialidades de Química, en 1935, y de Física en 1903. De igual manera se percibe la vida de Albert Einstein, Premio Nobel de Física en 1921. Martin Luther King, Premio Nobel de la Paz en 1964, también está presente en una película.

Al mismo tiempo se ve cómo influye el entorno social en la vida del ser humano. Algunos de los condecorados estudiaron e investigaron en la universidad de Cambridge. En uno de los cortometrajes se presenta un colegio de la India en el área de Santiniketan, situada a 150 kilómetros al noroeste de Calcuta, fundado por Rabindranath Tagore, filósofo y poeta hindú, Premio Nobel de Literatura en 1913. Pero el prestigioso Premio Nobel no se reduce solamente al aspecto de la creatividad, ya que sólo es una dimensión más del quehacer humano. De ahí que el Museo Nobel es un puente entre el desarrollo científico y la vida sociocultural. Por eso se realizan diferentes actividades: exposiciones, cortometrajes, seminarios, debates sobre temas actuales, investigaciones y programas infantiles. Con todo ese dinamismo se pretende manifestar que las personas, realmente, pueden cambiar el mundo con su actitud. El Museo recibe también a estudiantes tanto de primaria como de bachillerato.

La directiva del Museo cada año hace llegar una carta, a las personas que son merecedoras del Premio, en donde les preguntan si pueden donar un objeto de su pertenencia. Entonces en la sección denominada “Galería” se exponen fotos de algunos premiados y el objeto que donaron. En una vitrina está la foto de Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura en 2010, y en un costado se luce un hipopótamo de madera que pertenecía a la colección de literato. Otros objetos a la vista son: los lentes de Dalái Lama (Premio Nobel de la Paz en 1989), una pequeña tijera de Herta Muller (Premio Nobel de Literatura en 2009), los zapatos de Selma Lagerlöf (Premio Nobel de Literatura en 1909), una carta de Albert Einstein etc.
Lo más llamativo de este sector es una bicicleta que utilizaba Amartya Sen de nacionalidad paquistaní y Premio Nobel de Economía en 1998. Sen se crío en el seno de una familia de clase media. Sin embargo, de niño fue testigo de una tremenda hambruna en la zona de Bengal, en donde murieron millones de personas. Estudió en el colegio que fundó Tagore y siempre sobresalió con las calificaciones más altas. A los 14 años fue nombrado secretario del Consejo estudiantil que organizaba trabajos sociales. Conmovido por la pobreza y el analfabetismo que vio, con sus propios ojos, en muchas aldeas de su país; llegó a inaugurar colegios para mejorar las condiciones de vida de los más pobres. Esa cruda realidad, lo llevó a investigar acerca de las causas de la pobreza. Estudió profundamente de qué manera se reparten los fondos públicos en una sociedad, cómo funciona la democracia, quiénes tienen derecho a hospitales, a la educación etcétera. Hizo investigaciones para explicar la diferencia de peso entre los niños y las niñas recién nacidas. Él mismo montó en bicicleta para recorrer, aldea por aldea, y pesar a los pequeños. Esa bicicleta se encuentra ahora en el Museo Nobel.

Alfred Nobel vivió en muchos países y frecuentaba cafeterías. Pues la cafetería del Museo Nobel, tiene un aire de los cafés de aquella época. De los cafés de Moscú, de Viena, de París etcétera. En la parte inferior de algunas sillas, se encuentran dedicatorias, fechas y firmas de ciertas personas que fueron honradas con el Premio Nobel. Otro detalle interesante es que todos los laureados se ostentan en un sistema mecánico ingenioso. En el techo del Museo se ha instalado una especie de rieles, en donde se entrelazan pequeñas ruedas de metal, de las cuales cuelga una fotografía de una persona galardonada. Además, se menciona la motivación de dicho Premio por la Academia Sueca. Centenares de fotos se van desplazando lentamente por todo el Museo. Y el visitante está obligado a levantar la cabeza para contemplar a esos hombres y a esas mujeres que llegaron, a este mundo, con una luz en el cerebro.

Palabras de fuego
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Prólogo del poemario Réquiem por un mundo desfallecido

 

   Prólogo del poemario de Javier Claure Covarrubias.

                                                                                   

 

                                                                                                         PARA ROMPER EL SILENCIO…

Van estas palabras, porque no siempre se lee poemas de alguien que sueña con tener el universo en las manos y  nos entrega --por tercera vez-- su voz, su reclamo por la vida; nos dice lo que es y lo que siente; luego, forzado a confesarse afirma: “Yo no soy de medias tintas”, para  recordarnos el momento que  fue compartido con los de su generación y con los gemidos de su madre, allá, en su natal Oruro, ese crudo invierno de 1961, cuando en los patios y las calles habían calentado la noche anterior, con fogatas.   

                      “Réquiem por un mundo desfallecido” viene después de “Preámbulos y ausencias”, poemario publicado en Oruro, el 2004, y luego “Extraño oficio”, el 2010, en Estocolmo, donde todavía reside el poeta. Aquí no vamos a entretenernos con sus fantasmas; pero sí descubrir lo que nos ofrece, como prolongación de su oficio; desde luego, prácticamente no hay nada que explicar en los 22 poemas de este libro, pero sí mucho que sentir. Leyéndolo nos damos cuenta de que algunas ausencias  se hacen fructíferas, aunque para ello se debe llenar ese vacío cantando penas y alegrías. Son sentires que sobrevuelan el mundo desde una ventana con alas de golondrina, en el día y, de búho, por la noche. Cómo pesa la vida en la distancia, pues, de cualquier modo, los retazos con que el poeta compone su trayecto, mostrándonos sus escenarios, son suficiente motivo para animarnos a seguir sus recuerdos.

                      Claure Covarrubias se muestra como un poeta limítrofe entre la lógica y el ensueño; entonces, es lógico, sobre todo cuando razona sentencioso sobre lo finito e infinito; su ensueño, en cambio, es reminiscente de su andar, al descubrir, el desconcierto de saber que el hambre y la miseria continúan en las calles y no solo del África, donde se aventuró a mirar la vida profunda; entonces, también sintió cuánto le duele la historia de su país, consolándose con el recuerdo de los héroes que dejaron huella, como: Eduardo Abaroa y Genoveva Ríos; y así va más allá o, si se quiere, se sitúa en el fondo de una llaga que no puede cicatrizar, mientras Palestina continúe crucificada.

                      Analizando los versos de este poeta, comprendemos por qué, un singular creador como Borges, concebía la literatura como: “un arte donde la mayor intensidad se alcanza con la menor cantidad posible de recursos”. Claure no es retórico; al contrario, es directo y sensible en el entretejido de sus versos; de ahí que su palabra –labrada con el llanto de las palliris o la sonrisa del Tío de la mina— nos brota, confesional y enérgica, para concluir con su “Adiós”, que seguros estamos no será definitivo, siempre que podamos leerlo.

                                                                     Adolfo Cáceres Romero

* Este poemario fue presentado el 6 de diciembre, 2014, en Estocolmo (Suecia).

 

Palabras de fuego
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Astrid Lindgren: Amor, seguridad y libertad

Su niñez

Astrid Anna Emilia Ericsson nació en noviembre de 1907 en Näs, una aldea que pertenece a la pequeña ciudad de Vimmerby, ubicada en el sur de Suecia. Fue la primera hija de Samuel August Ericsson, granjero, y su esposa Hanna Jonsson. Del matrimonio nacieron, además, Gunnar, Ingegerd y Stina. Sus primeros años pasó en una vieja casa de madera construida en medio de una hermosa naturaleza que bien se refleja en sus libros. Su padre criaba caballos, cerdos, vacas y pollos. Por eso, de una u otra manera, estaba en contacto con esos animales. En los veranos y otoños jugaba, junto a sus hermanos y otros niños de la vecindad, en los bosques cerca de su casa. Las orillas de los riachuelos, los cercos de los corrales construidos con palos, los árboles, las flores y las demás plantas formaban parte de sus juegos. Y los senderos pedregosos eran testigos de sus largas caminatas. Su hermano mayor, Gunnar, era el jefe del grupo. Aunque Astrid no se quedaba atrás: se trepaba a los árboles, jugueteaba con los animales de la granja de su padre, ideaba pequeños concursos, como por ejemplo, quién come más golosinas. Y solía subir  al techo de su casa. Estando allí, caminaba por una hilera central, de ladrillos, balanceándose de un lado a otro. Mientras los demás niños la miraban, desde abajo, atónitos y con mucho temor de que se caiga. En los crudos inviernos, cuando la nieve se había posado como una enorme manta blanca en los bosques y en los tejados de las casas, jugaba con sus hermanos dentro de casa. Se inventaba juegos para ponerlos en práctica. A veces, ella y sus hermanos ayudaban en la granja, logrando así una idea de lo que es el trabajo. Y antes de que llegara la noche, toda la familia acostumbraba a conversar alrededor de una lámpara de querosén. Su padre o algún otro familiar contaban historias y anécdotas que hacían volar la fantasía de la pequeña Astrid. Eran tiempos duros, donde la pobreza se hacía sentir; y la mayoría de la población sueca vivía en el campo. Trabajaban en la agricultura. Había criadas, lavanderas, peones, vaqueros, arrendatarios y ayudantes de todo tipo a disposición que posteriormente se convirtieron en personajes de sus libros. Al parecer Astrid tuvo una niñez feliz. Alguna vez comentó: ”si alguien me preguntaría como fue mi infancia, entonces diría que fue llena de amor, de seguridad y de libertad para jugar ”. Nunca descuidó los deberes del colegio, y lo demostró siendo una de las mejores alumnas del curso.

Adolescencia y llegada a Estocolmo 

A los 16 años empezó a trabajar como correctora del periódico Vimmerby de su ciudad natal, en donde inició una relación con, Reinhold Blomberg, dueño del periódico y mayor que ella con 30 años. Después de dos años quedó embarazada, y se vio en tremendos apuros. Los padres de Astrid eran religiosos, los juicios acusadores de la gente y la moral ultra conservadora de la época; hicieron que tomara otros rumbos. Además, el padre de la criatura estaba en proceso de divorcio, y su mujer lo acusaba por infidelidad conyugal. Hecho que en ese tiempo era penado por ley. Así que Astrid llegó a Estocolmo, encinta, el otoño de 1926. Fue un período muy duro para ella. En una entrevista dijo: “… era joven, pobre y me sentía muy sola. Venía de una pequeña población, y en Estocolmo no conocía a nadie. De lunes a viernes trabajaba en una oficina, pero los fines de semana eran tristes y aburridos. Mataba el tiempo leyendo libros”. Y a pesar de las adversidades de la vida, empezó a estudiar taquigrafía. Un mes antes de dar a luz, viajó a Copenhague, la capital de Dinamarca, para internarse en un hospital (Rigshospitalet), en donde las madres solteras podían dar a luz, sin necesidad de confesar, ante las autoridades, la identidad del padre. Una vez que su hijo, Lasse, nació, no tuvo otra alternativa que dejarlo allí con una familia durante tres años. Pero siempre viajaba entre Estocolmo y Copenhague. Algunos estudiosos de su obra, mencionan que tomó esa decisión para proteger al padre del niño, Reinhold Blomberg, quien estaba en pleno juicio de separación. Caso contrario, debería pagar a su mujer una cantidad considerable por actos de infidelidad. Empero, a finales de 1929 decidió traerle a su hijo a Estocolmo. Para entonces el fallo de la sentencia del divorcio de Blomberg, salió favorablemente, y el pequeño Lasse ya no era prueba de su infidelidad. Astrid nunca quiso hablar de este tema porque era el secreto más íntimo de su vida. En realidad, Blomberg vio muy pocas veces a su hijo.


Pasó el tiempo y Astrid Ericsson conoció a Sture Lindgren, con el que se casó en 1931. Desde entonces se llamó Astrid Lindgren. Después de este enlace matrimonial, Lasse nunca más volvió a ver a su padre. Aunque la vida para la flamante esposa se tornó más holgada. La señora Lindgren, por unos años, se convirtió en ama de casa. Del matrimonio con Sture Lindgren nació su hija, Karin, en 1934.     

Nacimiento de Pippi Calzaslargas

Dicen que cuando su hija tenía 7 años, y estaba enferma en cama, se le ocurrió decir a su madre: “Mamá, cuéntame de Pippi Calzaslargas”. La madre inmediatamente apuntó este extravagante juego de palabras y empezó a narrar historias extrañas para matar el aburrimiento de la niña. Así nació esa muchachita pecosa, de aspecto agradable, con trenzas color cobre y de una conducta rebelde. Astrid Lindgren tenía una fantasía admirable para imaginar historias. Y a esos relatos les dio forma después de casada. En su infancia fue receptora de muchas historias y leyendas. Y de adulta tuvo la gran capacidad de plasmar retrospectivamente fragmentos de su infancia que, sin lugar a dudas, se convirtieron en el eje temático de su narración. Lindgren, en sus cuentos, nos transporta a su niñez y el pequeño lector como el adulto son participes de esa casa roja donde vivía, de su caballo, de su mono, de los árboles donde se trepaba, de la naturaleza de verano y de sus juegos, a los que se entregaba, todos los días, junto a sus hermanos y amiguitos del barrio.

El año 1944 presentó el manuscrito de su cuento “Pippi Calzaslargas” a la famosa Editorial Bonnier. Pero fue rechazado rotundamente. En ese entonces, el patriarcado en la sociedad sueca era bien pronunciado. Los hombres, como jefes de familia, decidían sobre los aspectos más importantes del hogar. Mientras las mujeres eran amas de casa. La educación era estricta y se practicaban los castigos. Los padres acudían al látigo como medio educador; y los niños tenían que obedecer sin preguntar el ¿por qué? Es decir, las estructuras de la sociedad, como en todas partes del mundo, estaban ancladas a normas que se caracterizaban por un severo verticalismo. Y “Pippi Calzaslargas” era la niña díscola que rompía precisamente con todas las reglas impuestas por la sociedad. Era una niña huérfana y traviesa que no temía a nadie. Vivía sola con su mono y su caballo, y nadie le obligaba a hacer sus tareas escolares. Era forzuda capaz de subirse a los techos, de levantar un caballo, de burlarse de la Policía y de la autoridad de los hombres. A los niños les gusta este tipo de aventuras porque hace revolotear su imaginación, y se sienten participes de esas hazañas descritas con un lenguaje propio de ese mundo pueril. El dueño de la editorial Bonnier, Gerard Bonnier, confesó que fue un gran error haber rechazado la obra de Lindgren. Y agregó: ”tuve temor que mis hijos se comportaran como Pippi”. Un año más tarde, o sea en 1945, Astrid Lindgren envió el manuscrito de su cuento a un concurso literario, dedicado a cuentos infantiles, y organizado por la Editorial Rabén & Sjögren. Su relato ganó el Primer Premio del concurso. Sin embargo, las críticas no dejaron de cesar tomando en cuenta su contenido. Lo cierto es que a un principio,“Pippi Calzaslargas”, causó un gran debate, no solamente en Suecia; sino también en los países donde se publicaba la obra. Los adultos consideraban que la conducta de Pippi era un mal ejemplo para los niños.

Lindgren y la Segunda Guerra Mundial

Astrid Lindgren se interesó desde muy joven por otras culturas. Su curiosidad por el mundo, la llevó a viajar por algunos países. Y siempre estaba al lado de los desposeídos. Durante la Segunda Guerra Mundial seguía minuciosamente los acontecimientos. Coleccionaba artículos de periódicos sobres este conflicto militar global. En su diario escribió: “… el 9 de abril de 1940 Dinamarca es invadida por los alemanes y la guerra se acerca”. Repudiaba categóricamente a las tropas de Hitler. Y aunque Suecia nunca participó en la guerra, siempre existía la amenaza de ser involucrada en este enfrentamiento mundial. Ese mismo año, su esposo fue llamado para hacer el servicio militar. Y Astrid Lindgren empezó a trabajar en una sección del Servicio Secreto de Suecia. Su principal tarea era censurar las cartas que llegaban a territorio sueco, trabajo que fue denominado por los mismos funcionarios como “ocupación sucia”. El contenido de esas cartas le hizo ver, a diferencia de otros ciudadanos, una realidad más cruda y más violenta. Nuevamente escribe en su diario: “Alemania es como una bestia viciosa que a menudo sale de su madriguera para lanzarse a una nueva víctima”.

Pomperipossa en Monismania

 Entre 1946 – 1970 trabajó, como jefa de la sección de literatura infantil, en la Editorial Rabén & Sjögren. Leía los manuscritos enviados a la editorial y daba su criterio sobre dicho material. Al mismo tiempo se convirtió, a sus 70 años, en una polemista de gran calibre. Sus opiniones sobre la energía nuclear, los animales, la política de impuestos, los refugiados y los derechos de los niños ganaban terreno haciéndose eco en todo el país.

Pago impuestos con alegría acostumbraba a decir. Supuestamente los impuestos van en bien de la sociedad. Sin embargo, en 1976 ocurrió algo curioso, el Estado le exigía que pague, como impuestos, el 102 por ciento de sus ingresos. O sea, más de lo que ganaba. Esa injusticia fue la gota que rebalsó el vaso. Con mucho coraje y su aguda pluma escribió un artículo en forma de cuento. Y fue publicado en el periódico “Expressen” con el título de “Pomperipossa en Monismania”. Sus duras críticas al sistema de impuestos fueron bienvenidas. Y, como efecto, modificaron la ley fiscal. Algunas personas han dicho que ese artículo contribuyó a la caída del Gobierno socialdemócrata. Gunnar Sträng, ministro de finanzas de la época, protestaba diciendo que, Lindgren, debería dedicarse a sus cuentos, ya que no entendía nada sobre las leyes de impuestos.  

Algunos de sus libros

Astrid Lindgren escribió muchas obras. En total 130 millones de ejemplares de sus libros se han traducido a 86 idiomas. Para dar un ejemplo, en Suecia se han vendido 12 millones, en Rusia 50 millones y en Alemania 25 millones. Citando algunos de sus libros: “Pippi Calzaslargas” (1945), “Pippi se embarca” (1946) y “Pippi en los mares del sur” (1948) es la trilogía de mayor éxito editorial.

Luego publicó otra trilogía: “Los niños de Bullerby” (1947), “Más sobre los niños de Bullerby” (1949) y “Es divertido en Bullerby” (1952). Los cuentos de estos libros están ambientados en la bella y exuberante naturaleza de Småland. Se trata de un grupo de niños, hijos de granjeros, que viven en la aldea de Bullerby (El pueblo Ruidoso) en los años 20. Siempre están juntos jugando en el bosque, en el colegio o ayudando en algunos quehaceres cotidianos. Hay episodios de Semana Santa, de cumpleaños, de Navidad y de cuando los niños estaban gozando de sus vacaciones de verano. La vida en Bullerby es tranquila y llena de armonía, y pues los niños también van por buen camino. Al contrario de “Pippi Calzaslargas”, hacen sus tareas, son obedientes y se van formando de acuerdo a las normas de los maestros y la familia. El único ogro y perverso de la aldea, es un zapatero remendón que, de cuando en cuando, les causa susto. 

En la década de los años 60 y a principios de los 70, publicó tres libros inspirados en la niñez de su padre: “Miguel el travieso” (1963), “Nuevas aventuras de Miguel” (1966) y “Otra vez Miguel” (1970). En los libros originales Lindgren utiliza el nombre de Emil. La traducción al español, sería entonces Emilio y no Miguel. Aunque también es cierto que se trata de un nombre propio que no significa nada. Solamente identifica a una persona. Miguel es un niño de 5 años que está en contra de la autoridad de los mayores. Las historias relatadas en esas páginas, son historias que describen las peripecias que pasa Miguel en el campo. Es decir, están escritas en un ambiente campesino, y con elementos de la realidad de aquella época.

En el cuento “Mio, mi Mio” (1954), traducido al español como “Mío, mi pequeño mío”, el protagonista es un niño de 9 años, Bo Vilhelm Olsson, apodado Bosse. Es hijo adoptivo de Eda y de Sixten que, por lo visto, no lo quieren. Un día Bosse se sienta en un banco de un parque de Estocolmo, y a su lado encuentra una lata de cerveza que se mueve. Asombrado la levanta y hace escapar al espíritu que habitaba dentro de la lata. Y en recompensa, obtiene el privilegio de seguir al espíritu hasta llegar al confín del mundo, de donde venía. En esos lugares misteriosos, Bosse se convierte en el Príncipe Mío. Encuentra el amor y la protección de su verdadero padre. Pero desgraciadamente las tinieblas se hacen sentir desde la Tierra y, en consecuencia, percibe que todo lo bello está amenazado por el jinete Kato, un hombre malicioso y con el corazón de hierro. Mío, entonces, tiene que luchar contra este ser maligno que ha raptado a muchos niños. Aquí se entrelazan aspectos de la vida y de la muerte, del bien y del mal.

“Los hermanos Corazón de León” (1973), es un relato donde se describe Naugijada, el lugar al cual uno llega después de la muerte. Este mensaje transmite Jonatan a su hermano Skorpan, quien padece de una enfermedad y se entera que pronto morirá.

“Ronja, la hija del bandolero” (1981), es una niña que nace en una casa mientras llovía torrencialmente. De repente cae un rayo y parte la casa en dos. En una de las partes crece Ronja junto a su madre Lovis, su padre Matti y otros bandoleros. Y en la otra mitad de la casa vive Borka, el enemigo de Matti, junto a su hijo Birk y otros canallas. Son, por decir, dos bandos que se odian y viven separados por una frontera. A Ronja le fascina caminar por el bosque, en donde observa a enanos, gnomos y arpías. Un día, en sus andanzas, se encuentra con Birk y se hacen amigos. Pasan de un hábitat a otro para jugar, como si fuesen hermanos. En este cuento se pone en tela de juicio algunos conflictos humanos. Pero gracias a la amistad de Ronja y Birk, la pelea entre los bandos desaparece.

Conjeturas

Volviendo al tema de su infancia, Astrid Lindgren creció en un ambiente en donde reinaba mucho amor. Este estado de armonía y la educación que recibió contribuyeron, sin duda alguna, a su desarrollo y a potenciar su gran capacidad de expresión. No obstante, una vez confesó: “Cuando tenía 3 o 4 años, recuerdo que mi madre se puso un poco grosera, y me escape al baño que había fuera de la casa. Allí permanecí poco tiempo y cuando volví adentro me di cuenta que mis hermanos habían recibido caramelos. Consideraba que era un hecho injusto y enojada di una patada en dirección donde se encontraba mi madre. Luego me llevó a una sala y me dio una paliza”. Pero este hecho no melló la personalidad de Lindgren, porque en sus cuentos no se atisban palizas a los niños. Al contrario, toma partido por ellos y los defiende con todo su corazón. De este modo, valora la libertad del niño, su personalidad y la cotidianidad del mundo infantil. Lo que más bien marcó el fuero interno de Lindgren, es haber visto, en su infancia, injusticias cometidas contra niños que venían de una clase social pobre. Fue testigo de aquella pedagogía negra de la época. Recordaba, con mucha amargura, a ciertos niños que recibieron maltratos, por parte del profesor, en frente de toda la clase.

En las narraciones de Astrid Lindgren hay contradicciones. Los personajes son de apariencias y conductas opuestas. Existen escenas, como en el caso de Pippi, en donde la protagonista es una niña independiente y sin familia que vive con sus propias reglas. Lucha contra todo lo que es autoritario. En otros cuentos hay escenas de niños disciplinados que están sujetos al control de la familia y siguen una vida escolar. Mientras que en algunas obras, la muerte está presente como advertencia de lo vulnerable que somos los humanos. Quizá esa desesperación y angustia que Lindgren sintió durante la Segunda Guerra Mundial, fue cristalizada en “Mío, mi pequeño mío” y en “Los hermanos Corazón de León”. Además, nadie vive en el paraíso el resto de su vida, solamente por haber tenido una infancia feliz. Lindgren también pasó por momentos difíciles. Dejar a su hijo, en Dinamarca, contra su voluntad, le partía el corazón. Su ser estaba rodeado de zozobras y la escritura fue un perfecto refugio. Cuando escribo me olvido de las penas, decía a sus amigas. Empero, nunca escribió para los adultos, porque consideraba que carecían de fantasía, o al menos eran dotados de una fantasía limitada. Por eso mismo llevaba una niña traviesa e insurgente en sus adentros. No aceptaba, del todo, la adolescencia y menos la vida adulta, ya que le ponía frenos a sus actos. Sentía nostalgia por esos tiempos inocentes cuando jugaba en los bosques, o cuando se reunía con sus amiguitos del colegio. Y, como resultado de ello, recuerda ambientes, olores, paisajes, personajes, lugares y detalles.

Por otro lado, en algunos cuentos, como por ejemplo en “Ronja, la hija del bandolero” y en “Mío, mi pequeño mío”, muestra algunas miserias humanas: el odio entre dos clanes y a un niño desatendido por sus padres adoptivos. Lindgren sabía que teníamos que llorar varias veces, para luego reír con firmeza. Y tuvo la gran virtud de acercarse a los niños con mucha fantasía, amor y respeto. Desde su primer libro, el niño comprende que tiene una amiga que le quiere  y, además, le da la razón. Entonces los lectores de corta edad, y los adultos que leen, como intermediarios, las obras de Lindgren; difícilmente podrán olvidar los nobles sentimientos de esa mujer rodeada eternamente con alma de niña.

Lindgren fue una escritora que supo ponerse a la altura de los niños, y gracias a su fina sensibilidad y experiencia de juegos infantiles; se convierte en una maga para crear situaciones que cualquier niño o niña quisiera realizarlas. Ella supo perfectamente cómo cargar las palabras con una fuerte dosis de humorismo; siendo el mejor regalo para los pequeños lectores. Estaba convencida de que sus cuentos llegarían con gran entusiasmo a sus destinatarios. Y pues las aventuras narradas, en sus libros, mantienen encendida la antorcha de la curiosidad infantil. En esas fantasías se sumerge el niño cuando escucha las voces de los personajes, y así empieza a descubrir situaciones placenteras, por lo demás, necesarias para el desarrollo de los niños.

Sus obras en el teatro, el cine y la televisión

Es justo señalar que muchas obras basadas en los cuentos de Lindgren, han sido presentadas en el teatro en Suecia, en Escandinavia, en Estados Unidos y en muchos países europeos. Su fama creció enormemente cuando se hicieron películas y series de televisión inspiradas en sus libros. El cineasta sueco, Olle Hellbom, fue el encargado de producir 17 películas que, con el pasar de los años, se han convertido en clásicas de la cinematografía infantil sueca.  A lo largo del tiempo, la Editorial Rabén & Sjögren, donde trabajaba Lindgren, fue la Editorial que reeditó los libros de esta escritora, cuyas obras perduran en todos los rincones del mundo.

En resumidas cuentas, la autora de “Pippi Calzaslargas” nunca perdió las riendas de su destino. Conoció a la perfección el mundo de los niños y comprendió, en toda su esencia, la psicología de los pequeños. Lindgren escribía con un estilo particular y poseía un lenguaje ingenioso. A veces, se inventaba palabras o utilizaba modismos y expresiones suecas típicas que escuchó en su niñez, lo que sin duda alguna son difíciles de traducir  a otro idioma.

Por último, los libros de Astrid Lindgren detienen el tiempo del reloj, y están impregnados de ciertas dualidades latentes en nuestro existir: la vida y la muerte, el bien y el mal, el llanto y la alegría, lo feo y lo bello.

Bibliografía

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Lindgren, Astrid: Pippi se embarca (Pippi går ombord). Estocolmo, 2005.
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Lindgren, Astrid: Es divertido en Bullerby (Bara roligt i Bullerbyn). Estocolmo, 2003.
Lindgren, Astrid: Miguel el travieso (Emil i Lönneberga). Estocolmo, 1970.
Lindgren, Astrid: Nuevas aventuras de Miguel (Nya hyss av Emil i Lönneberga). Estocolmo, 1969.
Lindgren, Astrid: Otra vez Miguel (Än lever Emil i Lönneberga). Estocolmo, 2013.
Lindgren, Astrid: Mío, mi pequeño mío (Mio, mi Mio). Barcelona, 1990.
Lindgren, Astrid: Los hermanos Corazón de León (Bröderna lejonhjärta). Estocolmo, 2013.
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Lundqvist, Ulla: Los niños del siglo (Århundradets barn). Malmö, 1979.
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Palabras de fuego
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