Opinión
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Andrés Guzmán Escobari
29/11/2019 - 16:06

Ni Kalimán ni las pititas, no hubo golpe de Estado

Hace tan solo dos meses, al tratar de predecir lo qué podría ocurrir en Bolivia después de las elecciones del 20 de octubre de 2019, imaginaba momentos de alta convulsión social, como los del 2003, que pasarían casi desapercibidos para la comunidad internacional y que muy posiblemente darían inicio a una dictadura como las de Cuba, Nicaragua o Venezuela.

 

Afortunadamente estas últimas previsiones no se cumplieron, puesto que si bien tuvimos que atravesar esos momentos de alta convulsión social, que dejaron el lamentable saldo de varios muertos y heridos; el gran interés que mostraron algunos medios internacionales junto la estrepitosa caída del gobierno constituido, fueron dos grandes sorpresas que abrieron el camino al establecimiento de un nuevo gobierno transitorio y constitucional, que, a su vez, nos permitió descartar cualquier hipótesis de dictadura.

El interés que demostraron los medios internacionales generó sorpresa porque en el pasado, ninguno de los cruentos enfrentamientos que vivimos los bolivianos durante el gobierno del MAS (la Calancha, caso Rózsa, Porvenir, Caranvi, Chaparina, etc.) tuvieron tanta cobertura y repercusión internacional. Ciertamente, a partir del 20 de octubre y a pesar de que también se estaban desarrollando otros conflictos en la región, la crisis política boliviana ocupó los primeros espacios en la programación de cadenas de televisión tan importantes como CNN en español y Telesur, entre otros.

Tres semanas después, cuando la OEA reconfirmó las irregularidades en el proceso eleccionario y Evo Morales tuvo que renunciar, se sumaron a esa cobertura varios medios argentinos que difundieron una versión distorsionada de la realidad, claramente favorable a la narrativa del golpe de Estado, que le asignaba una desmesurada importancia a las FFAA.

este punto, es importante señalar que para entender cómo se cambió de gobierno en Bolivia, es necesario conocer lo ocurrido en las tres semanas anteriores que transcurrieron entre el día de las elecciones y la renuncia de Evo Morales. Porque si sólo consideramos lo sucedido desde que el Comandante en Jefe de las FFAA, Gral. Williams Kalimán, decidió sumarse al pedido nacional de renuncia al presidente, podríamos creer que esa desafortunada intervención tuvo incidencia en la renuncia del primer mandatario, lo cual no es cierto.

Al momento de anunciar y de presentar su carta de renuncia, Evo Morales calificó el supuesto golpe de Estado de “cívico policial” y culpabilizó a Mesa, Camacho y a la Policía Nacional, pero no dijo nada de las FFAA ni tampoco de Pumari, el líder indígena que estuvo detrás de las movilizaciones. Solo tres días después, cuando Morales se dio cuenta que incluir a los militares en su discurso podría servir para victimizarse, recién incorporó a Kalimán, otrora amigo suyo, en el grupo de los golpistas.

Pero lo que verdaderamente obligó a Morales a renunciar fue la presión popular, ejercida pacífica y democráticamente en las calles, con miles bloqueos de pititas y banderas que paralizaron el país casi totalmente durante 21 largos días, en los que Morales iba perdiendo apoyo no sólo por la presión cívico-popular que era muy fuerte, sino sobre todo porque en esos días surgieron numerosas denuncias de irregularidades en el proceso electoral, que terminaron por confirmar el fraude perpetrado por el entonces partido en función gobierno.

En efecto, se detectaron anomalías en la cadena de custodia, al descubrirse actas y papeletas de votación macaras en favor del MAS en domicilios particulares, ambulancias y en plena vía pública; se demostró que hubo manipulación informática en el traspaso de los datos de las actas al cómputo final, lo cual fue develado por varios expertos en la materia, como el Ing. Edgar Villegas y su equipo; se registró como válidos los votos de personas fallecidas y de otros ciudadanos con números de carnet de identidad de un solo dígito; y se exhibieron firmas falsificadas y alteraciones en las actas, entre otros.

Todo eso después de que el Tribunal Supremo Electoral interrumpiera la transmisión de los resultados preliminares el mismo día de la elección y lo restableciera 23 horas después, con un sospechoso cambio de tendencia que beneficiaba al MAS y perjudicaba únicamente a Comunidad Ciudadana de Carlos Mesa. Lo que provocó la sorpresa y preocupación manifiesta de los veedores internacionales de la OEA y la Unión Europea.

Todo esto, junto a la arrogancia del ex presidente, que se burlaba de los protestantes por sus pititas y por supuestamente estar recibiendo una retribución, generaron una radicalización de las demandas callejeras que pasaron de pedir la segunda vuelta, la anulación de las elecciones y finalmente, la renuncia inmediata de Evo Morales.

Por estas razones, para quienes nos movilizamos en defensa de la democracia y de nuestro voto, resultó indignante que algunos medios y comentaristas, principalmente argentinos, nos quieran contar que aquí hubo un golpe de Estado, dándole todo el crédito al Sr. Kalimán, que solo intervino con su desafortunada declaración al final, cuando la suerte de Evo Morales ya estaba echada, puesto que a esas alturas no sólo varios cabildos, organizaciones e instituciones de todo el país pedían su renuncia, sino también varios grupos tradicionalmente afines al MAS.

Finalmente, después de que Morales dejara un vacío de poder por abandonar el país sin esperar a que la Asamblea Legislativa apruebe o rechace su renuncia, se constituyó un gobierno transitorio en aplicación de la sucesión constitucional y de la jurisprudencia del TCP, que lo primero que hizo fue remplazar a Kalimán y a todo el alto mando militar, quienes eran supuestamente los que había ejecutado el golpe de Estado.

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