Opinión
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Max Raúl Murillo Mendoza
14/02/2024 - 14:28

El desorden mundial

Las salidas a las crisis siempre fueron las guerras, es el único lenguaje que entienden los poderosos del planeta. Pero no podemos caer otra vez en esos fracasos, ni compartir con los civilizados y cultos de occidente.

Los poderes del mundo, a la cabeza de los obsoletos políticos estadounidenses, no tienen timón ni brújula histórica actualmente y están llevando al mundo al abismo total. Sea una guerra nuclear, guerras regionales, crisis económicas brutales y todo lo que sea posible de los cuentos del apocalipsis humano. Las guerras actuales, sobre todo de Ucrania y Palestina, nos señalan de manera didáctica este total desorden mundial. Es cada vez más urgente imponer por el mundo, miradas alternativas y multilaterales frente al desastre total de quiénes están ciegos y definitivamente no leen lo que sucede en el mundo.

Las salidas a las crisis siempre fueron las guerras, es el único lenguaje que entienden los poderosos del planeta. Pero no podemos caer otra vez en esos fracasos, ni compartir con los civilizados y cultos de occidente. Pues son ellos los que están conduciendo al desastre. Sus criminales gobernantes, elegidos democráticamente, demuestran el real alcance de sus crisis institucionales.

Si bien estás crisis son también oportunidades para algo nuevo, en términos de Marx, no podemos ser ingenuos y tontos. Por seguir a los poderes de ese occidente, y copiar modelos acríticamente, les hemos seguido a todos los abismos sin importarnos del pueblo quiénes son los sacrificados de siempre. Las élites latinas, analfabetas funcionales respecto de nuestras realidades, hasta hoy no le achuntan en los países donde dirigen sus destinos. En el fondo, no quieren romper con el sistema impuesto a sangre y fuego, allá en el siglo XVI.

En Bolivia tenemos todos los insumos posibles, para salirnos del tablero de ajedrez occidental y su historia tradicional. Sin embargo, las élites que tenemos son provincianas y poco ilustradas en  nuestras realidades. Por eso están fracasando en todos los modelos que creen, en su angosto entendimiento, tenemos que gestionar. No tenemos realmente pensadores e intelectuales en las élites, sino copiadores a pie puntillas de las modas que impone occidente: económicas, sociales, institucionales.

Siguiendo las sospechas de pensadores que han sido olvidados, a propósito, por el sistema actual, como Octavio Paz y tantos otros brillantes. En nuestro caso fue Fausto Reynaga, entre otros, los que nos alertaron con sus reflexiones de los sistemas fracasados de occidente. Esas sospechas son las raíces para pensar con sentido propio, desde nuestras propias raíces e historias. Por supuesto que algunas herencias de lo que llegó allende los mares, se han adaptado y mezclado con lo nuestro. De todas las culturas del mundo, siempre hay luces positivas hacia todas las demás culturas.

El Vivir Bien puede ser un buen artefacto de pensamiento desde Bolivia. Cierto que faltan sistematizaciones y teorizaciones al respecto. El Vivir Bien, como paradigma, en contra del consumismo mercantil y destructivo del capitalismo. El Vivir Bien, como ejemplo de posible convivencia junto a la naturaleza, en contra de la destrucción sistemática de la naturaleza del sistema capitalista. El Vivir Bien, como alternativa de pensamiento humano, frente a las lógicas guerreras del real politik occidental. Que no han cambiado en nada desde las cavernas trogloditas, guerreras y totalmente atrasadas aun sus avances en las ciencias y las tecnologías.

Pero tenemos que corregir variables importantes en casa. Profundizar políticas de Estado con gente entendida en esos temas. En definitiva cambiar el sentido del Estado, respondiendo a todas nuestras realidades regionales, con sus lógicas económicas y comunitarias que siguen siendo sólo excusa  de los discursos. Paradójicamente nuestras potencialidades son increíbles, en lo económico, social, político e incluso ideológico; la dura realidad es que no estamos explotando esas potencialidades. Ni siquiera estamos acercándonos a esas potencialidades, por los espejitos que seguimos teniendo en nuestros cerebros, desde el siglo XVI.

La crisis del sistema occidental capitalista se arrastra desde hace mucho. Y desde hace mucho no hacemos lo suficiente para inventar alternativas. Seguimos como loros repitiendo las consignas occidentales. Nos peleamos por esas consignas fracasadas. En nuestras narices están las respuestas; no las vemos por los espejitos poderosos que circundan desde occidente. Preferimos copiar e imitar; no pensar, no razonar e investigar nuestras realidades que respondieron a sus pueblos desde hace milenios.

Si es que no se desata la locura del sistema capitalista, con una posible guerra nuclear, pues ésta presente crisis tiene que ser una oportunidad para pensar lo nuestro, lo propio, lo real en lo económico. Sabemos por experiencia lo que el sistema nos depara desde siempre: hambre, miseria, marginalidad del sistema, corrupción generalizada, profundización de las tragedias hasta fenómenos crueles como el tráfico de órganos o el tráfico de personas. La ilusión de los humanos tiene que ser salirse de ese sistema, que se desboca de sus propias historias.

El desorden mundial es evidente. Como evidente es también nuestra ceguera en nuestros propios territorios. Peleándonos por migajas de las teorías occidentales ya fracasadas, como nos muestra esta actual crisis: genocidio de Palestina y guerra de Ucrania. Hambre y miseria por todo el mundo. Este desorden mundial sangriento, que sea una oportunidad para pensar con sentido propio y nuestro.

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