Opinión
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Max Raúl Murillo Mendoza
26/02/2024 - 14:27

Ciertas lecciones de historia

La soberbia gringa se estrella otra vez con la determinación de un pueblo, que prefiere el sacrificio y derramar sangre a rendirse fácilmente frente a ese occidente fracasado; aunque todavía poderoso, asesino y totalmente impune.

Si bien la historia no enseña nada y no aprendemos de ella, en todo el mundo, existen repeticiones que son muestras de esta afirmación, que sirva al menos para ponernos en alerta. En Vietnam la derrota de la primera potencia mundial, Estados Unidos, a manos de un país del tercer mundo fue la derrota del ejército más poderoso del mundo. Las guerrillas del vietcong, campesinos totalmente determinados a luchar hasta la muerte, por defender su patria y nación, derramaron sangre y aceptaron la destrucción de sus tierras a cambio de vencer al enemigo. Se repitió esto en Afganistán con diferencias regionales. De alguna manera también en Irak, donde se sigue derramando sangre por la ocupación de los ejércitos imperiales.

Pero es en Palestina donde actualmente se vuelven a enfrentar los imaginarios del primer mundo, con los imaginarios del tercer mundo. Uno de los ejércitos más poderosos del mundo, como es el sionista judío, se enfrenta a unos guerrilleros mal armados de palestinos pero con suficiente coraje, como para frenar la soberbia y el cinismo del mundo industrializado y civilizado. Durante meses los aviones más sofisticados del mundo, entregados por Estados Unidos, no pueden doblegar a los guerrilleros patriotas de los palestinos.

La soberbia gringa se estrella otra vez con la determinación de un pueblo, que prefiere el sacrificio y derramar sangre a rendirse fácilmente frente a ese occidente fracasado; aunque todavía poderoso, asesino y totalmente impune. Palestina es otro ejemplo de la equivocación de quiénes supuestamente manejan y conducen el mundo. A todas luces, son líderes ciegos y peligrosos en esta hora presente. Capaces de conducirnos al matadero de la historia y la guerra nuclear.

Es con el sacrificio de Palestina, que el mundo vuelve a tomar consciencia de cómo está estructurado realmente este mundo. Donde las instituciones como las NNUU, creadas para la paz del mundo, después de la segunda guerra mundial, en realidad son para la impunidad de algunos países que encubren sus fechorías a lo largo del mundo. Mercaderes de la muerte, que desde oficinas lujosas de Washington o Londres, deciden quién vive o muere en el planeta. Repugnante forma de hacer política moderna.

Al menos en Palestina se destruye el pragmatismo occidental de los fines justifican los medios. Como en Vietnam en su momento. Palestina demuestra con su sangre que incluso el poder total tiene límites; que morir es una forma de triunfar frente a la impunidad y la soberbia. Que la dignidad también está en la muerte frente al poderoso.

En este desorden del sistema capitalista, donde la brutalidad hace gala de la política moderna y civilizada, a los pueblos víctimas de esa historia sólo nos queda tomar consciencia de que dependemos de nosotros mismos. De nuestras propias articulaciones políticas y económicas, de apostar para salir de ese juego de ajedrez cruel y mortífero. De ese fracaso ya demasiado conocido que es el invento capitalista moderno; pero que todavía coquetea y atrae feligreses en las nuevas generaciones. Una telaraña muy peligrosa, como los espejitos allá en el siglo XVI.

Es cierto también que los pueblos víctimas de esta historia, aun no entran en razón para ser Estados independientes. Siguen en peleas internas desgastantes y sin futuro posible, que impide la estabilidad y la calidad de vida de nuestros pueblos. Todavía impregnados de colonialismo y ausencia de autoestima histórica, nos debatimos entre peleas intestinas totalmente cavernarias e insostenibles. Dando lugar a corruptos politiqueros que sólo se benefician para ellos, destruyendo nuestras instituciones y nuestros tejidos sociales.

Seguimos nomás imitando las ideologías y las maneras destructivas que nos han llegado, importaciones de las élites provincianas y poco afectas a pensar por nosotros mismos: con sentido propio. Felizmente, a lo largo del mundo se toma consciencia con el genocidio de Palestina, que es hora de salir de ese tablero de ajedrez occidental destructivo, troglodita, guerrero, sangriento, poco democrático y totalmente enfermo de poder impune.

No aprendemos nada de la historia. Nuestra memoria es más importante que la historia. Son las lecciones de estos tiempos. Repetimos y repetimos errores terribles, que no nos dejan ser nosotros mismos. El control mundial de la información, sigue complotando contra nuestros pueblos. Las mentiras cotidianas que se difunden en las empresas imperiales de información, son parte del dominio mundial. En todo caso, también tenemos que construir nuestros propios canales de información que reflejen nuestras realidades, y mentalidades.

A pesar de los peligros a los que nos conducen; a pesar de la sangre que se debe derramar como en Palestina, debemos empezar a reconfigurar nuevas historias. Es decir, nuevas utopías y sueños, que de verdad nos conduzcan como humanidad al Vivir Bien en esta tierra. Occidente sólo nos conduce a un valle de lágrimas, al sufrimiento continuo y a constantes crisis capitalistas totalmente inhumanas, insostenibles y crueles como en Palestina.

Algún día se juzgarán a los emperadores asesinos: Busch, Reagan, Obama, Biden, Trump?

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