La mayoría de las escoliosis se forman sin causas reconocibles. Cuanto antes se detectan, más efectivamente pueden tratarse. Por eso, es importante que los padres estén atentos al desarrollo físico de sus hijos en la pubertad. Hay una manera muy fácil de detectar la escoliosis en los niños: pedirles que, con el torso desnudo, se inclinen hacia adelante, y observar con detención si la columna vertebral presenta curvaturas laterales.